sábado, 29 de octubre de 2011

Capitulo 6: Ellos.


Al día siguiente.
  Abro los ojos, confuso, y miro a mi alrededor. Me encuentro en la playa en la que me había dormido el día anterior. Me levanto, desorientado y miro al mar. Una extraña sensación de familiaridad me recorre. ¿He estado yo aquí alguna vez? Pienso, bastante intrigado. ''No.'' Contesta Ella de manera simple, dolorosa y cortante. Me quedo un segundo en silencio y comprendo el porque está así. Tal vez me había pasado la noche anterior.
  ––Lo siento––aclaro, mientras jugueteo con el cinturón de mi pantalón––anoche estaba agotado, enfadado––mi voz es un leve susurro que indica las ganas de llorar que tengo.
  ''Olvídalo. No llores, no demuestres debilidad.'' Me trago las lágrimas, sin dejarlas salir y recojo mi mochila. Mientras pienso a donde dirigirme, pues ni siquiera se realmente donde estoy.
  ––¿Es hora de cambiar de estilo de vida?
  ''Tú solo huye, ve a donde tu instinto te guíe, no te aferres a nada,no pienses en nada, solo vive.'' Sonríe Ella, resolviendo todas mis dudas.
  Salgo de la playa y sacudo mis zapatillas, me las vuelvo a poner y comienzo a andar por aquella vieja y destrozada carretera, muy poco transitada. Camino sin destino previo, yendo allá donde me lleve mi instinto, donde me lleven los susurros del viento, donde me lleve el camino. Puedo traspasar la frontera e ir a Francia. Pienso, imaginándome la Tour Eiffel. O puedo ir a Italia a ver la torre de pizza, o a Estados unidos en barco. ¿Será de verdad tan grande la estatua de la libertad?
  Cuando me doy cuenta ya esta anocheciendo y, aparentemente, no hay ningún lugar a la vista. Me desvío de la carretera y me meto por campo a través, en busca de alguna aldea en la que descansar. Doy con un pequeño poblado, donde me dejan pasar la noche sin la necesidad del control mental. ''que amables.'' Piensa Ella, sorprendida.
  Al día siguiente, la mujer de la familia que me ha acogido durante una noche, me indica por donde se va a Frania, y es tan amable de dejarme en la carretera que lleva a la frontera. Me despido de ella con amabilidad y comienzo mi camino. Ando hasta llegar a la primera gasolinera, dos horas después, y me paro a coger un bocadillo. Elijo uno de tortilla y uno de jamón york y queso, a demás de una bolsa de chocolatinas y una coca-cola. ''Déjame ir sin pagar'' Susurro en su mente, y el dependiente no opone resistencia. Empiezo a comerme el bocadillo de tortilla y sigo andando por la carretera, sin descansar; la verdad es que no estaba acostumbrado a andar tanta distancia.
  Cuando comienza a anochecer me paro y saco un chaleco reflectante que había cogido en la gasolinera, extiendo el brazo y me pongo a hacer autoestop. Con mi ''gran poder de persuasión'' consigo que el primer coche que pasa pare.
  ––Hola ¿sería tan amable de llevarme a la frontera con Francia, por favor?
  ––Claro, sube.––No había costado demasiado convencerle.
  Me subo en el asiento del copiloto y cierro la puerta. Vuelve a poner el coche en marcha y sonríe. Al cabo de siete horas y treinta y siete minutos llegamos a la frontera, donde el hombre para el coche y me deja.
  ––Muchas gracias, muy amable––le sonrío.
  ––No hay porque darlas, me pillaba de camino––sonríe el también, con sus joviales ojos verdes de chaval de veintitrés años y se va. 
   Cuando el coche ha desaparecido en la oscuridad de la noche, me coloco la mochila y comienzo a andar. De pronto todos mis sentidos se enciende, oigo un ruido a mi espalda, me giro con velocidad y noto como alguien me tapa la boca con un paño húmedo. ''Cloroformo.'' Aclara Elle, de forma inservible. Intento deshacerme de mi captor, golpeando su vientre con el codo. Este se agacha, dolido y hecho a correr, pero caigo en los brazos de otra persona. Observo con la mirada a los dos: son un hombre y una mujer, de unos treinta y tres y veintisiete años respectivamente. Voy a volver a intentar zafarme, pero vuelvo a notar el paño húmedo y caigo dormido.



Cuatro días después.

  Noche fría, oscura; la soledad me inunda. Miro a mi al rededor. Todo esta muy oscuro para poder identificar nada. Me intento mover, pero mis brazos están atados con una cuerda a una silla. Intento gritar, pero mi voz esta demasiado asustada como para salir. ''¿Que ha sucedido? ¿Donde estoy?'' Pienso, mientras intento agudizar mi sentido auditivo. Nada, todo esta en silencio. ''¿Como he llegado hasta aquí?'' Intento deshacerme de las cuerdas que presionan mis muñecas, pero siento un dolor agudo en estas y paro. Noto como la sangre cae por mis manos: me había quemado. Intento mover las piernas y, justo cuando iba a conseguir moverme, un dolor punzante agranda en mis costillas. ''Genial, tengo las costillas rotas'' Me sorprende la voz de mis pensamientos en el interior de mi mente. El instinto me dice que huya, que escape, pero, ¿como? No puedo moverme. Vuelvo a intentar emitir algún sonido, pero me calló al oír una puerta abrirse.
  ––Vaya, pero si ya estas despierto.––Una voz grave, que inspira de todo menos confianza y tranquilidad. El hombre del que procede tiene la garganta dañada, probablemente está medio afónico, lo puedo notar, estudiar medicina a veces viene bien. Cuando escape, tendré un dato mas con el que describir a mi captor.
Huelo el miedo en el ambiente; me teme. ''Es normal.'' Pienso. ''Si consigo moverme podré terminar con su vida con solo mirarle.''
  ––No podrás mirarme, tienes los ojos cosidos, no me das miedo, no puedes conmigo, tu boca esta igual––titubea, al comprender que es lo que pasaba por mi cabeza.
 Sonrío. Me está subestimando demasiado. Muevo el cuello haciéndolo crujir y sonrío por dentro. Él tiembla con el sonido y se acerca un poco mas, permitiéndome oler su colonia. Es fuerte, demasiado, es hasta dañina. Oigo como suspira y me remuevo en mi asiento: Solo necesito que hable más, para que las ondas del sonido al rebotar contra las paredes y volver a él, me digan como es su cara, su cuerpo, su altura, sus rasgos. Entonces estará muerto, le visualizaré en mi mente y le obligaré a desatarme, después apagaré su cerebro cómo si fuese una vela a mi merced.
 Esbozo un pequeña risa, buscando provocarle; cuanto mas grite mejor.
  ––¿Te ríes?––dice titubeando, parecía confuso––¿¡Te ríes en un momento así!? ¿¡Estando atrapado y con la boca y ojos cosidos!?––hablan sus nervios, más que él. Esta más asustado de lo que pensaba. ¿No eran capaces ni de enviar a un hombre entrenado?
 Sonrío satisfecho y analizo las ondas del sonido. Es un hombre de un meto ochenta y siete, pelo corto, probablemente rubio, ojos pequeños azules; seguramente un hombre asiático. Es fuerte, atlético, persistente, suda mucho y muy nervioso. Visualizo su figura y características en mi mente e inicio la unión mental. Noto como el sudor baja por su frente, mientras su corazón se acelera al sentirme. Se aleja con cuidado y mira a todos lados, confuso.
  ––¿Qué?––suelta en un leve susurro, al comprender la situación, que desaparece entre el dulce silencio que anuncia la llegada de la muerte. Muevo las muñecas y las heridas sangran más. Cuanto más me duele más fuerza mental tengo y, al cabo de unos segundos, su mente es parte de la mía. Solo una orden: ''Desátame.'' Siento como sus frías manos sudorosas rozan las mías, siento como la presión de las cuerdas desaparece y me levanto con cuidado, dirigiéndome a donde esta él. Pongo una mano en su hombro, que esta sudado por la presión y los nervios, y absorbo sus conocimientos; al instante tengo visualizado todo el recinto. ''Muere.'' Se oye la suave y melódica voz de mi pensamiento en su mente, de forma catastrófica para sus sentidos. Su corazón se para al instante y su mente se desvanece ante un enrome lago negro de insensibilidad; sus pulmones se paran y se secan, hundiéndolo en un mar de dolor y sufrimiento. Tose, intentando sobrevivir, pero todo él se paraliza. Sus ganas de vivir se desvanece, se rinde con rapidez y su cuerpo cae al suelo, con un sonido sordo. Segundos después el silencio vuelve a reinar, mientras mi sonrisa pícara aparece, fruto de la satisfacción. Me dirijo sin problemas hacia la puerta, molesto por el hecho de tener los ojos y la boca cosidos. La abro con gran facilidad y salgo al exterior, provocando que la oscuridad se vuelva una mezcla de colores cálidos y amarillentos. ¿Donde se supone que estoy?

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