lunes, 7 de noviembre de 2011

Bad day


 Día triste, gris. Día de dolor. Levantarte con buen humor, con ganas de comerte el mundo, de ser feliz; acostarte con ganas de llorar y no volver a levantarte. Un tren, un solo y único tren, puede estropear tu día. Se retrasa, esta lloviendo a cantaros, ''No pasa nada'', piensas ''El techo de la estación me cubre''. Oh, dulce mente inocente de dieciséis años. Al final llega veinte minutos tarde, subes con tranquilidad y te sientas en el sitio de siempre, con esa chica guapa de sonrisa dulce en frente. La miras, te mira, sonreís y desvía la mirada. ''¿Que puede salir mal? ¡¡Es un día cojonudo!!'', te sonríes, mentalmente. Llegas con esos veinte minutos de retraso a tu destino. Ves como el agua cae a cantaros. ''Que idiota, debí haber cogido el paraguas. Bueno, no pasa nada, ahora vendrá el bus''. Te acercas a la parada y miras las horas. Has perdido el de las 7:51, no hay otro hasta las 8:59, y entonces caes. ''¡No puedo perderme ingles! ¡Puta mierda''. Y con eso empieza todo. Te pones bien la mochila a la espalda y comienzas a correr, en dirección a la Escuela. El agua te cala los huesos, los 4º de temperatura empeoran las cosas. Te cuesta respirar mientras te das más y más prisa en bajar la cuesta; son 40 minutos que tienes que recorrer en 15. ''¿Seré capaz? ¡Tengo que serlo!'', te obligas, mentalmente. Te calas entera, se te encrespa el pelo, te empapas los pies con los charcos.
  Llegas a clase justo cuando la profesora empieza a pasar lista. ''Lo peor ya ha pasado'', te aclaras, inocente. En Ingles todo bien, después en volumen, la profesora te regaña por faltar, acabas el trabajo a prisa, sin un mal resultado. La profesora te corrige una y otra vez y te dice que cambies cosa: solo quieres matarla. Llega el recreo, tu chaqueta, zapatillas, pantalón y camiseta están llenas de arcilla. ''Que asco''. Abres tu mochila y... ¡sorpresa! Solo hay un bocadillo dentro. Se te ha olvidado la coca-cola y los ''huesitos'' para después de gimnasia, y entonces empiezas. ''Que asco de día, por dios''. Tu moral se hunde junto a este simple pensamiento, tu sonrisa desaparece, pero eso no es lo peor. Buscas en tus bolsillos y te acuerdas: te faltan dos euros para volver. Vas pidiendo uno por uno a los miembros de tu clase, histérica, destrozada, odiando el mundo. Te los dejan, con muchísima suerte, siéntete afortunada. En el recreo te empapas más, al bajar a la tienda de chuches porque tu amiga quiere coger algo de comer. Vuelves a la Escuela y toca MAE. Entráis y os sentáis detrás, la profesora te da tu relato de cuatro folios y sonríes. ''Historia muy original'' pone al pie de pagina. ''Venga, no esta tan mal este día''. Pero entonces aparece ella, tu peor enemiga: el dolor de cabeza. Sientes que te va a estallar.
  Vuelves a salir a la calle y bajáis al autobús, os lleva al polideportivo y allí comenzáis la clase de gimnasia. Estas hecha polvo, te sientes derrotada, hundida, humillada: traicionada por tu memoria. Haces la ficha de seguimiento de clase, pues no estas en condición de hacer deporte, y se la entregas a la profesora al acabar la clase. Te subes en el autobús y te deja en la plaza de toros. Te esperan 20 minutos andando hasta la estación, otra vez, bajo lluvia. Llegas allí y pagas con el dinero justo, bebes agua en el baño y te subes al tren. ''Ella me alegrara el día''. Piensas, esperando que esa chica tan guapa esté en el vagón que te subes, pero no esta ahí. Tu PSP se jode, la musica deja de funcionar. Ya estas cansada de luchar. Ese día, te ha vencido la vida. No has podido resistir ni el primero de los golpes y, es que a veces, un tren puede estropear tu día, hagas lo que hagas, por muchas ganas de comerte el mundo que tengas: él esta ahí para joderte todos tus planes.
  Son las 20:20, te has sentado frente al ordenador, como cada tarde, y has escrito. Esta vez no es un capitulo más de tu nueva novela, no es ni un cuento ni un microrrelato. Es un capitulo de tu vida, un día más en tu paso por el mundo y, como casi siempre, por mucho optimismo que hayas puesto, has terminado mal. La vida te ha arrollado, como haría ese tren con el que empezó todo, si pudiese. Te sientes dolida, pesimista, avasallada, marginada, humillada, y sobre todo, con ganas de llorar. Sabes perfectamente que volverás a hacerlo: cogerás las lágrimas y las guardaras con llave en el cajón de los recuerdos, sin dejarlas salir. ¿Por qué? Porque te prometiste no volver a llorar tras la muerte de tu bisabuela, te prometiste continuar tu vida, como ella hizo con la suya, a pesar de las adversidades: te prometiste ser feliz. Te levantaste ante el mundo, después de tantos golpes, y prometiste crear tu destino, y así haces, escribiendo esto. Lo que quieres de verdad no es ser vulcanóloga, dibujante ni nada: tu sueño y pasión es escribir. Por eso lo escribes todo, escribes cualquier cosa que te importa, porque eso te desahoga, te hace feliz, te hace sentir viva. Mañana sabes que te levantarás de nuevo, empezarás de cero, y sacaras tu sonrisa. Hiciste una promesa, no fallaras.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Sortero de ''El temor de un hombre sabio'' en el blog de Alas de papel

Bueno, amigos, pues aquí vengo a deciros que por el aniversario de Alas de papel, se va a realizar un sorteo de tres ejemplares de ''El temor de un hombre sabio'', la segunda parte de la trilogia de El asesino de reyes, de Patrick Rothfuss. Aquí os dejo el link para que participeis si quereis: http://www.alaspapel.com/2011/11/semanas-aniversasticas-v-el-sorteo-de.html ¡Mucha suerte a todos!

Soledad - publicado en Falsaria.com

Bueno, se que esto no tiene nada que ver con la historia, pero quería decíroslo. Hace unos días me registre en la red social literaria www.falsaria.com y envié uno de mis relatos. ''Soledad'' y, bueno, quería deciros que por fin ha sido publicado y podeis leerlo. (Tambien esta en tuenti) http://www.falsaria.com/soledad/ Si teneis cuenta os agradeceria que me siguieseis, así sbareis cuando publico algo nuevo allí. Bueno, muchas gracias por leerme, me voy a escribir el capitulo 6, para que podais disfrutarlo esta tarde de domingo gris.

Un saludo,Yarek.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Ver más allá de la vista, presentación.

Ver más allá de la vista es una historia de fantasía para jóvenes o adultos. La historia narra la vida del joven Dayan, que, desde que nació, es muy distinto a los demás. Es capaz de hablar con los animales y controlarles y, a medida que va siendo mayor, descubre que también puede controlar a los humanos. Poco a poco va descubriendo que, cuanto mas agotado y herido está, más poderosa es su mente y mas peligroso es él. Al principio no lo controla, pero poco a poco va descubriendo como hacerlo, y se dedica a jugar con la mente de todo el mundo, confundiéndoles y ''obligándoles'' a hacer cosas en contra de sus principios. Para el joven todo resulta muy entretenido, pero cuando cumple los 16, descubre algo increíble, que cambiará su vida por completo.

¿Quieres acompañar a Dayan en su vida? ¿Te gustan las historias de fantasía, con emoción, intriga y suspense? ¿Te gustan las historias con pequeños toques de amor, no muy empalagoso? ¿Con personajes enigmáticos, interesantes e inesperados? ¿Con tramas que te absorberán en este mundo? ¡Esta es tu historia!
No falta el que podréis participar, crearé encuestas en las que podréis opinar y de vez en cuando habrá algún concurso. ¡Espero que os guste!

Un saludo, Yarek.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Prólogo


Noche fría, oscura; la soledad me inunda. Miro a mi alrededor, todo esta muy oscuro para poder identificar nada. Me intento mover, pero mis brazos están atados con una cuerda a una silla. Intento gritar, pero mi voz esta demasiado asustada como para salir. ''¿Que ha sucedido? ¿Donde estoy?'' Pienso, mientras intento agudizar mi sentido auditivo. Nada, todo esta en silencio. ''¿Como he llegado hasta aquí?'' Intento deshacerme de las cuerdas que presionan mis muñecas, pero siento un dolor agudo en estas y paro. Noto como la sangre cae por mis manos: me había quemado. Intento mover las piernas y, justo cuando iba a conseguir moverme, un dolor punzante agranda en mis costillas. ''Genial, tengo las costillas rotas'' Me sorprende la voz de mis pensamientos en el interior de mi mente. El instinto me dice que huya, que escape, pero, ¿como? No puedo moverme. Vuelvo a intentar emitir algún sonido, pero me callo al oír una puerta abrirse.
––Vaya, pero si ya estas despierto.––Una voz grave, que inspira de todo menos confianza y tranquilidad. El hombre del que procede tiene la garganta dañada, probablemente está medio afónico, lo puedo notar, estudiar medicina a veces viene bien. Cuando huya tendré un dato mas con el que describir a mi captor.
Olí el miedo en el ambiente; me temía. ''Es normal.'' Pienso. ''Si consigo moverme podré terminar con su vida con solo mirarle.''
––No podrás mirarme, tienes los ojos cosidos, no me das miedo, no puedes conmigo, tu boca esta igual.
Sonreí. Me estaba subestimando demasiado. Muevo el cuello haciéndolo crujir y sonrío por dentro. Solo necesito que hable más, para que las ondas del sonido al rebotar contra las paredes y volver a él, me digan como es su cara, su cuerpo, su altura, sus rasgos. Entonces estará muerto, le visualizaré en mi mente y le obligaré a desatarme, después apagaré su cerebro cómo si fuese una vela a mi merced.
Esbozo un pequeña risa, buscando provocarle; cuanto mas grite mejor.
––¿Te ríes?––dijo titubeando, parecía confuso––¿¡Te ríes en un momento así!? ¿¡Estando atrapado y con la boca y ojos cosidos!?
Sonrío, lo he conseguido. Era un hombre de un metro ochenta y siete, pelo corto, probablemente rubio, ojos pequeños azules, seguramente un hombre asiático. Es fuerte, atlético, persistente, suda mucho y muy nervioso. Visualizo su figura y características en mi mente e inicio la unión mental. Muevo las muñecas, las heridas sangran más. Cuanto mas me duele mas fuerza mental tengo y, al cabo de unos segundos, su mente es parte de la mía. Solo una orden: ''Desátame.'' Siento como sus frías manos rozan las mías, siento como la presión de las cuerdas desaparece. Me levanto con cuidado y me dirijo a donde esta el hombre. Pongo una mano en su hombro y absorbo sus conocimientos; al instante tengo visualizado todo el recinto. ''Muere.'' Su cuerpo cae al suelo, con un sonido sordo, el silencio vuelve a reinar. Me dirijo sin problemas hacia la puerta, la abro con gran facilidad y salgo al exterior.

Capitulo 1: Facultades


 Un mes antes.
  Hola, me llamo Dayan Rebich, tengo quince años y, desde que nací, soy capaz de controlar la mente de los seres vivos. Vivo en el barrio de Vallecas, en Madrid, un lugar idóneo para pasar un buen rato controlando mentes. Desde hace varios meses no voy al instituto, pues el consejo escolar a decidido que no es necesario y, sin dudarlo un segundo, me han dado el titulo de la ESO sin haber pasado aún tercero. ''¿Por que no va a bachillerato?'' Os preguntareis algunos. Bien, pues la respuesta es bastante sencilla: no hay nada en este mundo que un profesor pueda enseñarme. ¿Que por qué? Porque no solo controlo las mentes, si no que las copio. Agarro todos sus conocimientos como si fuesen una galleta y los uno a los mios, sin problemas. Mi mente es como una esponja imposible de escurrir; nada se me olvida nunca.
  Os preguntareis como sigo libre, sin que el gobierno me atrape. Con semejante habilidad en mi poder, la respuesta también es fácil, y supongo que los más avispados la hallareis sin preguntar: si me intentan atrapar, con una orden, les quito las ganas y huyo. Algunos pensareis que con esto podría ser muy útil para algunas investigaciones, como la cura del Alzheimer, y diréis que debería dejarme atrapar, pero es que sus ganas de usarme no se limitan a eso. Quieren usarme como conejillo de indias para cualquier cosa, sin darse cuenta de que, a pesar de lo buena que es mi mente, soy humano y puedo morir como los demás.
Desde que era pequeño, los gobiernos y entidades de todos los países se han dedicado a perseguirme. He pasado por las manos de mucha gente: gobiernos, ejércitos, terroristas, mafias, universidades, ONG. Pero siempre conseguía escaparme y huir casi sin dejar rastro, aunque saben donde encontrarme, pues no pienso dejar de vivir en Vallecas.
  En realidad no tengo casa fija, a mi familia se la cargaron ante mis ojos cuando tenía nueve años, desde entonces soy completamente independiente. La gente me deja dormir en su casa, no pueden oponer resistencia, en cierto modo, me invitan ellos. La verdad es que prefiero esto a quedarme en un sitio completamente fijo. Hace poco aprendí que no puedo tenerle apego a nadie: pondría su vida en peligro.
  ––Deme un Mc pollo con patatas normales y coca-cola grande, por favor––le digo a la dependienta del Mc donalds que me atiende.
  ––Enseguida, señor.––Me sonríe de forma amable y desaparece tras el mostrador.
  Miro a mi al rededor con cautela, en busca de la persona que se que me esta mirando directa y descaradamente. Está sentada en una mesa del fondo, es una joven, de un metro sesenta y siete, pelo largo rojizo, ojos marrones profundos, casi sin arrugas; ''debe tener unos veinticuatro años.'' Pienso de manera casi inconsciente. Es muy delgada, su rostro es bastante hermoso.
  Disimuladamente miro el resto de la sala, pareciendo impaciente, para no dar a conocer el hecho de que se que esta ahí. Vuelvo a mirar al mostrado y analizo meticulosamente al dependiente de la derecha. Camisa beige con el logo de Mc donalds, una gorra roja y vaqueros ajustados. No debe tener mas de diecinueve años, bastante joven; ''probablemente trabaje para pagarse la universidad.'' Señaliza mi mente, bastante aburrida. No se de que color es su pelo, probablemente castaño, es culpa de que lo lleve rapado. Sus ojos son de un verde intenso increíble. Es un joven muy guapo y apuesto; si pudiese cogerle apego a alguien, intentaría ligar.
  ––Su pedido.––Me interrumpe la joven que había ido a por mi hamburguesa––Son 6'99.
  La miro atentamente y sonrío, cojo la hamburguesa, la bebida y las patatas y las guardo en mi mochila, con cuidado de que no se caiga nada.
  ––Muchas gracias––sonrío mientras pienso la orden, simple y sencilla. ''Déjame ir sin pagar''
  ––De nada, que disfrute de su comida.
  Me alejo con cuidado del mostrador y observo como la joven que me observaba se dirige hacia mi, con cierta velocidad. ''Genial, ya viene en mi busca.''
  ––Perdone, ¿es usted Dayan?––dice en un tono dulce.––¿Puede acompañarme?

  ''Debes dejarme ir, quedarte aquí cinco minutos, y volver a casa.'' Sonrío de forma dulce mientras pienso la orden.
  ––Un placer conocerla, pero tengo prisa––digo alejándome de ella y saliendo del recinto de comida rápida.
  Sus intenciones no eran las peores que he visto, pero no me había convencido la causa de porque quería llevarme con ella. ''¿En serio? ¿Para matar al presidente? Es bastante cutre.'' Añade mi mente, con un tono burlón. Sonrío y me dirijo al metro. Sin problema alguno entro sin pagar y me subo al tren en dirección a Atocha; en cinco minutos ya estoy en mi destino. Salgo con movimientos despreocupados, pero siempre alerta, nunca debía bajar la guardia. Salgo a la calle con velocidad y corro hacia el paso de peatones, pulso el botón y espero, al instante, una joven se para a mi lado. Lleva un mp4 morado, con unos cascos de ''Nightmare before christmas'', chaqueta negra ajustada, pantalones anchos grises, zapatillas negras marca ''nike'' y el pelo corto por las orejas, de color verde, con un flequillo negro que le tapa el ojo derecho. Lleva unas gafas de sol, que hacen que no pueda ver el color de sus ojos, pero supongo que son bonitos, como ella. Debe tener unos quince años, y por el peso de su mochila de ''Adidas'', viene del instituto. Notó su mirada y la sonrío, se aparta un poco el flequillo, se quita un casco y me mira directamente.
  ––Hola––dice con una voz dulce, capaz de enamorar a cualquiera.
  ––Hola, me llamo Dayan. ¿Y tú?––Siempre se me ha dado bien conocer gente.
  ––Merily––sonríe.––Me gusta tu pelo.
  ––Y a mi el tuyo, te queda muy bien.
  Se sonroja al instante y mira al suelo. El semáforo se pone en verde y comienza a pitar, fastidiando el momento. Cruzamos juntos y al otro lado de la calle nos paramos y nos miramos. Aparto mi flequillo rojo y vuelvo a sonreír.
  ––¿De donde eres?––me pregunta. Parecía bastante interesada en mi.
  ––De ninguna parte y de todos lados a la vez––sonrío de forma misteriosa––Volveremos a vernos, tranquila, pero di que hablábamos porque se te había caído algo.
  ––¿Que?––pregunta mientras me alejo a buena velocidad en dirección al parque del Retiro.
  Al instante un hombre vestido de traje se para a hablar con ella. Observo con cuidado desde la cuesta, esperando que ella sea lo suficientemente lista para decir lo que debe. Pocos segundos después, el hombre sonríe y comienza a andar en dirección hacia mi, me giro y subo lo mas rápido que puedo. Entro en el retiro sin destino concreto, ando durante veinte minutos y me siento en el trozo de césped más cercano, saco la hamburguesa y empiezo a comer. Podría irme a un restaurante, pero casi que tendría que montar un numerito para salir sin que me atrapasen; toda mi vida era como una película sobre un fugitivo, siempre huyendo.
  Me estiro y bostezo tras terminarme la última patata, me termino mi coca-cola y me acerco a la papelera mas cercana para tirar los restos. Me tumbo en la hierba y observo las nubes, relajándome hasta casi caer en un profundo sueño. Agito la cabeza con fuerza, intentando no caerme dormido y me siento. Miro a mi al rededor. Todo es tranquilo, nadie se fija en mi, solo un grupo de chicas sentadas bajo un árbol. Las sonrío con cortesía y miro el camino de tierra. Solo hay gente haciendo futing, esto es increíble. ''Bravo, amigo, les has dado esquinazo, sigue así.'' Me felicita mi mente con gran entusiasmo. ¿De verdad les había dado esquinazo? ¿Así, tan sencillo? ¿Solo con entrar en el parque? Tal vez es que no les a dado tiempo a seguirme, el Retiro es muy grande, aunque yo ya lo conozco de memoria.
  Bajo la mirada hacia mi mochila y la abro, saco un libro de bolsillo, de pasta verde con el título de ''El nombre del viento.'' Lo abro por la pagina ciento setenta y cuatro, señalada por el marca paginas, y me enfrasco en esa maravillosa lectura: ya era la novena vez que me lo leía. Después de un rato mis sentidos vuelven a encenderse, aparto la mirada del libro y observo a mi al rededor; ya es de noche. Me levanto de manera rápida y miro a todos lados. ¿Tanto rato he estado leyendo? Guardo el libro en la mochila y vuelvo a ponérmela en la espalda, mientras pienso a donde ir. ''Un paseo no te vendría mal.'' Aprecia mi mente en un leve susurro. Sin quejarme ni un solo instante la hago caso y comienzo a andar por el parque, observando las plantas de los jardines y a las personas que paseaban o corrían por el lugar. Todo estaba tranquilo, demasiado tranquilo. ''Se han cansado por hoy. Deja de martirizarme con tus ideas.'' Me acusa mi mente, bastante enfurecida. Tenía razón, lo más probable es que se hubiesen cansado. Mi reloj marca las nueve de la noche y me dirijo a la entrada, donde vuelvo a ponerme alerta al ver a alguien esperándome. Salgo con cierta velocidad, esquivando al hombre de negro que intenta atraparme y corro en dirección a la boca de metro, pero alguien me espera en las escaleras. Corro calle abajo, con el corazón latiendome a mil, como cada vez que ocurre; siento como el miedo intenta apoderarse de mi y me tiemblan las piernas, pero consigo zafarme de su frío tacto interno. ''Corre, no dejes que te cojan, sus intenciones no son amables.'' Me avisa mi mente, que se a adelantado a mi simple idea de leer sus intenciones. Cruzo un paso de cebra a toda velocidad y sigo corriendo. Me persigue una furgoneta negra. La gente me mira con desprecio cuando les empujo intentando pasar lo más rápido posible, pero se que en el fondo me vienen bien; ellos retendrán a mis perseguidores. Me meto por la siguiente boca de metro y corro hacia el primer tren que veo, sin pararme a pensar la orden que necesito para que los guardias no me persigan. Entro justo antes de que se cierren las puertas y me libro de todo, guardias y perseguidores. Poco a poco siento como la adrenalina disminuye y sonrío al ver la suerte que había tenido: había cogido la linea que pasaba por Vallecas.
  Cuando llego a mi destino salgo con velocidad y me pierdo por la primera calle que veo, giro por las tres primeras esquinas y callejeo un rato, hasta que me canso y llamo a un telefonillo.
  ––¿Quien es?––Pregunta una voz joven y masculina.
  ––Yo.
  Suena el pitido del telefonillo y abro la puerta, subo al cuarto B, en el que hay un joven de unos dieciocho años esperando. ''Déjame entrar, me conoces, soy tu amigo, me vas a dejar pasar, me llamo Carlos.''
  ––¡Anda Carlos! Pasa, hombre pasa. ¿Que tal el día?
  ––Bien, Javier––digo, acertando casi milagrosamente por no haberme parado en su mente a buscar su nombre––¿Y tu día que tal?
  ––Aburrido, aquí en casa estudiando. ¿Has cenado ya?
  ––Si, cené con unos amigos en Sol, en un restaurante chino––miento descaradamente, como siempre.
  Me invita a sentarme en el sofá y accedo, entonces, me molesto en saber más sobre él. ''Que acertado has estado Dayan, es gay, aprovecha.'' Sonríe mi mente, casi al instante. Le observo detenidamente. Un metro ochenta, deportista, no fuma, moreno, ojos casi grises, muy guapo. Le gusta el rock y el pop, adora a Lady Gaga y su programa de televisión favorito es El hormiguero. Un joven casi perfecto, leal y sincero. Me acerco con cautela tras saber que le atraigo y beso sus labios, de manera descarada. Él me sigue el beso sin oponer resistencia, agradado por mi acción. Hoy tendría un buen y cómodo sitio donde dormir.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Capitulo 2: Amigos


Una semana después
  Abro la puerta con sigilo y salgo de la casa lo más rápido que puedo, cerrando con cuidado. Bajo las escaleras y me dirijo al metro, en dirección a Atocha, evitando recordar lo sucedido el día anterior, pero me es imposible. Unos hombres vestidos de calle habían intentado atraparme en Chamartin, cuando me disponía a visitar a Merily, la chica del paso de cebra. Por instinto y de manera automática había leído sus intenciones, y ahí fue cuando me llevé la sorpresa: nada. Exacto, os preguntaréis, ¿como que nada? Pues eso, que nada. No había nada en sus mentes. No se si fue por el miedo que sentía, que a veces anula mis sentidos, o porque de vez en cuando no puedo controlarlo, pero no conseguí leer nada. Al principio me sentí bastante confuso, la sensación de miedo se aprovechó de la situación y caí al suelo, rendido por la impotencia. Ellos me habían atrapado y me habían metido en una furgoneta negra, en la que había un hombre completamente encapuchado.
  ''Quiero contratar tus servicios.'' Había dicho con una voz distorsionada por alguna maquina. ''Debes infiltrarte en las oficinas del ejercito nacional, entrar al despacho del director y esperar a que llegue. Entonces, robaras de su mente todos los planos de todas las instalaciones militares españolas, las contraseñas de seguridad y le obligarás a dejarnos paso. Después nosotros te buscaremos, no intentes encontrarnos.'' Cuando el hombre terminó de hablar, la furgoneta paró en un descampado y me sacaron a la fuerza. ''Mas vale que obedezcas.'' Fue lo último que me habían dicho.
  Me bajo del metro en Atocha y salgo al exterior, me siento en la entrada y espero, sin saber muy bien el que. Abro la nota que llevo en el bolsillo y suspiro. ''Tenemos que hablar. Ve a Atocha a las 13:05 del 16 de octubre de 2011. Att: Merily.'' Miro el reloj y suspiro. Faltan cinco minutos. ¿Qué quería? Era la única persona que sabía como encontrarme, la única que me conocía. Siempre nos veíamos en los lugares mas transitados posibles, para despistar. Hablábamos por señas que solo nosotros conocíamos. Hace tan solo una semana que nos habíamos conocido, pero gracias a los móviles e internet, era como si fuésemos amigos de toda la vida. Conocía mis lugares de transito, los patrones que seguía para quedarme a dormir en un sitio, los tipos de lugares en los que solía comer y las tiendas que me gustaban. Solo había una cosa que no conocía: mi pasado. Pero eso no lo iba a conocer nunca, pues era eso, pasado y, lo único que importa es el presente.
  El pitido de un coche me saca de mis pensamientos y alzo la mirada. Ahora hay mas gente que antes. ''Tranquilo campeón, debe de haber llegado algún tren.'' Me tranquiliza mi mente. Miro la hora y me levanto, bastante impaciente. Observo a cada persona, una por una, hasta que encuentro lo que busco: a Merily. Esta apoyada en un coche aparcado en el parking, mirando a todos lados de forma desinteresada, hasta que me ve. Me hace una seña y sonríe ''Espera.'' Se acerca a gran paso, sorprendiéndome en todos los sentidos. Se para justo en frente y me dedica su singular, preciosa y amable sonrisa.
  ––Sígueme––Aclara con su dulce voz, similar a como describen las de las sirenas.
  Me encojo de hombros y asiento con la cabeza, haciendo notar mi sentimiento de sorpresa. Comenzamos a andar en dirección a ninguna parte, aparentemente. Primero nos dirigimos a la Gran vía, donde comenzamos a callejear, hasta llegar a una calle sin salida.
  ––¿Merily, que hacemos aquí?
  ––Tengo a alguien que enseñarte––dice con un tono extraño, como si en realidad temiese lo que iba a hacer a continuación.
  ––¿Qué?––digo mientras observo como llama a una puerta medio destrozada.
Pocos instantes después un joven moreno de ojos verdes, vestido con una camiseta de AC/DC y unos pantalones pitillos, abre la puerta. Le observo atentamente, sorprendido. Era ingles, no había dudas.
  ––Pasad, pasad––dijo con su peculiar acento, que me resultaba un tanto familiar.



  Entramos en la vivienda, en la que el primer pasillo estaba medio derruido y mugriento. ''¿A dónde nos ha traído tu amiguita, genio? Esto parece mas bien una pocilga.'' Señala mi mente, un tanto cabreada. Atravesamos el pasillo con cierta velocidad, intentando no respirar aquel aire putrefacto y húmedo, que hacía toser de manera muy desagradable. Pasamos por una puerta de madera de roble, conservada de una manera casi imposible en aquel lugar, y nos adentramos en un enorme salón oscuro, lleno de pantallas, ordenadores y jóvenes trabajando. ''Increíble. Jamás pensé que pudiese existir algo así detrás de semejante pocilga.'' Sonríe mi mente, tan asombrada como yo. Me pongo en el centro de la sala y miro a todos lados, boquiabierto.
  ––¿Qué es esto?––Pregunto mirando a Merily, que se hallaba en la entrada, bastante sonriente.
  ––Es nuestro centro de operaciones de España––Aclara su amigo ingles, en un tono de sabelotodismo.
  Hago una mueca de desagrado ante sus palabras y vuelvo a mirar en todas las direcciones. ¿Centro de operaciones? ¿De qué? ¿Por qué Merily jamás me había hablado de esto? Se suponía que me lo había contado todo. Ella se acerca a mi despacio y sonríe orgullosa.
  ––Desde aquí investigamos a toda la gente que te persigue. ¿Sabes? Los descubrí poco después de conocerte. El hombre que me habló tras nuestra primera conversación es el jefe de todo esto, él me dijo que podía colaborar con ellos.
  ––¿Qué?––digo alejándome de forma rápida––¿Tú también me has utilizado?––Estaba muy ofendido.
  ––No, claro que no––intenta disculparse, sin efecto alguno en mi expresión de decepción––No te he utilizado, aquí intentamos ayudarte. Investigamos a todos los que te persiguen y sus intenciones––Parece confusa.
  Me quedo mirándola unos segundos a los ojos, de manera asombrada. ¿Es que no se da cuenta? Lo que acaba de decir es que ellos también me siguen, me controlan, me hacen sentir amenazado.
  ––Si, pero ¿qué sacáis investigándoles? ¿Para que lo hacéis? ¿No os dais cuenta de que vosotros hacéis lo mismo? Seguirme, hacerme estar alerta cada segundo. No me dejáis tener una vida tranquila.
  ––Tranquilízate––dice el chaval ingles, poniéndose al lado de Merily.
  ––¿Y lo dices tú, que ni siquiera te has presentado?––digo en un tono agresivo. Me sentía muy ofendido.
  ''Tranquilízate, tal vez te puedan ser de ayuda, si sabes como localizar a tus perseguidores, podrás pararles los pies'' Dice mi mente, razonando de forma inteligente y fría; era justamente lo que me faltaba ahora, razonar. Pienso un poco en sus palabras y sonrío por dentro. Tenía razón.
  ––Vale, discúlpame––sonríe, de manera desagradable el joven––Me llamo Alan, y soy el máximo responsable en el centro de investigación de España. Lo único que queremos es ayudarte, no te pongas histérico, por eso te ha traído Merily.
  ––¿Ayudarme en que? ¿Qué quieres decir con ''centro de operaciones''? ¿Y con ''España''? ¿Es que hay más?––digo adoptando una postura y actitud seria y madura, que sorprende a todos los espectadores de la sala.
  ––Si conoces sus intenciones y quienes son podrás pararles, ¿no?
  ––Supongo que si, pero no se si puedo yo solo contra gobiernos, mafias y ejércitos enteros, como comprenderás.
  ––Eso es porque aún no has descubierto todo tu potencial, Dayan. ¿Qué edad tienes?
  ––Hoy cumplo dieciséis––medio murmullo, disgustado. Este día me recuerdaa a mi familia.
  ––Perdón––susurra Merily. Se acerca a mi y me da un beso en la mejilla––Felicidades.
  Sonrío y asiento, como si disculpase el hecho de que se le había olvidado. No la culpaba, es que nunca se lo había dicho.
  ––Bien, pues hoy cambia tu vida tal y como la conoces, te explicaré de que va todo esto––sonríe el muchacho. ''Al fin y al cabo será majo y todo'' añade Ella (llamémosla así a partir de ahora), un poco resignada.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Capitulo 3: Ella, parte 1.


 Este capitulo es importante y necesario. Presta mucha atención pues lo que veras a continuación es único. Sin esto no comprendes ni comprenderás jamas nada sobre Dayan. Ahora estás metido en Ella. Lo primero que debes saber es que Dayan no controla su ''mente''. No es parte de él, no es nada y lo es todo a la vez. Ella es poderosa, Ella lo sabe todo, Ella es capaz de comprender el universo entero en solo un segundo y, a continuación, veras sus normas, su forma de ser, que es y porque esta con Dayan.
Índice:
-1 ¿Qué es?
-2 Normas de Ella
-3 Funcionamiento
-4 Forma de ser
-5 Método de elección del sujeto
-6 Selección natural de la especie.

  1. ¿Qué es? Ella no es nada y lo es todo. Lo primero que debes saber es que Ella existe desde el principio de los tiempos y vio como se creo todo. De hecho, Ella fue el primer ser vivo del universo. Ella ya estaba viva antes del Big Bang. Ella eligió nuestro mundo de manera consciente. Observó como se creaba la materia, como se creaban las galaxias, las estrellas, los planetas. Ella es parte de su creación, Ella ayudó a que todo se produjese. En métodos científicos, Ella es la energía oscura, pero no toda, si no su parte consciente, su parte viva. Ella eligió nuestro planeta solo por un factor: Dayan. No el Dayan de carne y hueso que conocéis gracias a esta autobiografía del presente, no un Dayan que os imagináis como un antepasado suyo. Solo eso, Dayan. Para explicarlo de una manera mas completa, Dayan no es un ser vivo como conocemos, Dayan no necesita de nada para existir, simplemente, existe, y Ella necesita de Dayan para sobrevivir. ¿Por qué? Porque algo se avecina, algo oscuro, algo poderoso, algo invencible, invulnerable, algo inmortal: algo capaz de destruir la propia existencia en un segundo, pero claro, tiene un problema. Y ese problema es Dayan, que siempre existirá. Ella es lo único capaz de derrotar a ese ente, pero no, Ella no es buena, Ella tiene––Interferencias––intenciones. ¿Que clase de intenciones? No puedo explicároslas ahora, pero solo quiere usar a Dayan, no le aprecia, no le quiere, solo lo necesita. A Dayan le afecta, le duele, le daña, le mata poco a poco, pero el problema es que no puede morir, es solo eso, la sensación de que se consume, de que el tiempo pasa, pero no, no pasa. Si, Dayan es inmortal, aunque él no lo sabe. Ella es cruel y lo sabe, por eso le usa. Hay muchos mas entes como Dayan, pero ninguno con sus capacidades ilimitadas. Si esas capacidades despertasen, Dayan podría hacer cualquier cosa, pero claro, no es fácil, sobre todo porque a Ella no le interesa que––Interferencias––y, como Ella no quiere que eso suceda, no sucederá. Para comprender todo esto, hay que remontarse al pasado, pero antes de todo, os explicaré quien soy y varios conceptos que debéis conocer.

  ¿Quién soy? Yo simplemente soy una conciencia. Alguien que se quedó vagando por el universo y se anexó a la mente de Ella. Alguien que puede leerla como si fuese un libro, alguien que la comprende. Como yo hay muchos, pero ninguno se atreve a ver la realidad, ni lo harán. Ninguno comprende el sufrimiento del pobre Dayan, pequeño inocente.
  ¿Dayan, al no poder dejar de existir y tener capacidades infinitas, es Dios? Se que algunos os lo acabareis de plantear con mi pequeña y poco extensa explicación, pero no, Dayan no es Dios. Porque para ser un Dios, tiene que haberse creado algo de vida que te nombre como tal, pues el concepto de Dios no es otro que el de poner un creador para la vida y, sintiéndolo mucho, Dayan no ha creado vida ni la creara, sus capacidades ilimitadas no son eso. Para comprender sus capacidades limitadas hay que ir muy lejos, al verdadero porque de la existencia, y a las verdaderas leyes físicas, denominadas por los humanos, pues nada funciona como creen que funciona.
  ¿Por qué la mente me deja contar esto? Para daros esta respuesta primero debéis saber que Ella a veces necesita descansar. Ella duerme y, durante ese tiempo, sus componentes y Dayan somos libres. Tenemos capacidad de pensar por nosotros mismos. Es la sensación de Dayan conoce como miedo y, que algún día comprenderá que es libertad.
  ¿Dayan es consciente de Ella? No, Dayan realmente no es consciente de nada, solo de su propia realidad, al menos la que ve. Que no es su realidad verdadera. Dayan cree que Ella de verdad es su mente.
  ¿Qué quiero decir que la realidad que os cuenta no es su verdadera identidad? Eso es mas complejo, os lo explicaré en el punto 3.

 Ella despierta, debo marcharme. En el próximo descanso de Ella os explicaré más, oh pobres inocentes humanos. Algún día comprenderéis todo, pero no porque yo os lo explique, si no porque lo descubra Dayan y, tal vez, él os lo cuente...––Susurro leve–– ''Off.''

martes, 1 de noviembre de 2011

Capitulo 4: El enemigo


 Una semana después.
  Abro los ojos y miro a mi alrededor. ¿Donde estoy? Y entonces recuerdo. Alan y Merily me habían conseguido una habitación en un hotel. Era la primera vez que dormía en un lugar así. Llevaba ya una semana trabajando con ellos, o eso se suponía, pero mas bien llevaba cuatro días encerrado en la habitación del hotel. Tenía un mal presentimiento.
  Después de haber conocido a Alan más a fondo, le había contado a él y a Merily lo sucedido con los hombres de calle y el señor de la furgoneta. Me habían dicho que no hiciese lo que me habían mandado, que no lograrían encontrarme, pero no estaba del todo seguro. ¿Y si me encontraban? ¿Que sucedería entonces? ''Tranquilo no te mataran, les eres demasiado útil.'' Aprecia Ella de manera bastante sutil.
––Como me encuentren me tendré que ir del país, o al menos de la ciudad, según Alan––digo de forma reflexiva en alto mientras alargo la mano para coger el mando de la televisión.
La enciendo y pongo La sexta, justo cuando comienza NCIS, mi serie favorita. Me siento en la cama y cojo el teléfono, marco el numero del servicio de habitaciones y espero.
––Servicio de habitaciones, ¿que desea?––suena una voz potente y melódica al otro lado del aparato; era de hombre, no había duda.
––Quiero una hamburguesa con extra de queso y patatas fritas, tres coca-colas grandes y una caja de chocolate milka, por favor.
Todo se queda en silencio durante unos segundos, lo único que se escucha es el tenue sonido de la televisión y mi respiración.
––Enseguida se lo llevamos––Esta vez el timbre de la voz es diferente. Suena menos potente, menos llamativo y mucho menos amable; me han encontrado.
––Gracias––digo en un tono alegre, disimulando mi descubrimiento.
Cuelgo el teléfono y me levanto con rapidez. Meto todas mis cosas en la mochila y salgo de la habitación por la ventana, entonces me alegré: Alan se había asegurado de que mi habitación diese a la escalera de incendios. ''Deja de pensar y sal corriendo de aquí.'' Me apresura Ella, bastante furiosa. Pocas veces la había visto así.
Salto al exterior y empiezo a descender a toda velocidad, bajo el dulce susurro de la velocidad de los coches al pasar. Llego al callejón que da fin a la escalera y salgo al exterior: estaba en pleno centro de Madrid.
––¡Ahí está!––Oigo una voz detrás de mi, lo que me impulsa a comenzar a correr hacía el sur.
Esquivo a la gente con gran agilidad y corro hasta la primera boca de metro que veo, como siempre, pero es tarde. Noto como unas frías manos me agarran del brazo y me tiran hacia un coche, tapándome la boca para que no grite. El corazón me late a mil, parece que se va a salir del pecho en cualquier momento; mi respiración es entrecortada y escasa: siento que me falta el aire.
Intento deshacerme de mi captor con furia, pero es en vano, el coche arranca. Me sueltan con rapidez y oigo unas risas familiares, me giro, atónito y suspiro.
––Podríais avisar antes de este numerito––aclaro bastante enfadado y desarrugándome la camiseta.
––Lo siento––sonríe Merily, como siempre––No sabíamos como avisarte. Te negaste a llevarte tu móvil.
––Solo causan problemas. Si consiguen mi numero podrían localizarme.
––Paranoico––se adelanta Alan, con su acento ingles sumido en varias carcajadas––eso es lo que eres: un autentico paranoico.
––Al menos no me dedico a secuestrar a mis supuestos amigos––añado, en un tono dañino y enfurecido.
––Bueno, no nos muerdas.
Me giro para mirar al joven del que procedía esa voz tan dulce e infantil, que no me sonaba de absolutamente nada.


––Este es Jagge Desdian. Su nombre en clave es Jaguar D.
Le miro entre interesado y molesto, por el hecho de no conocerle apenas y tener ya que contar con él, aunque a los otros dos tampoco es que les hubiese conocido hace años, precisamente.
Es un joven de uno sesenta y siete, pelo castaño claro y ojos casi naranjas, tan grandes y luminosos como los de un gato. Viste de traje gris de algún tipo de tela norteamericana; camisa blanca a cuadros azules, corbata azul y unos mocasines de piel falsa. Un joven interesante, pues no debe tener más de catorce años.
––¿Catorce años?––aclaro en voz alta.
El joven me mira entre asustado y sorprendido. ¿A caso no le habían explicado mi curiosa habilidad?
––No te asustes, Jaguar, ya te dije que era El Especial.
––Oh, vaya. ¿Ahora yo también tengo nombre en clave? Preferiría uno como 007, me pega más con esta especialidad mía de desaparecer delante de las narices de los malos, dejándoles con las ganas––digo en un tono sarcástico.
Los tres sonríen casi al instante, divertidos por mi actitud. Merily y Alan se miran, bastante impacientes, infundándome algo de miedo. Aclaro mi garganta de forma brusca, intentando hacer que se den cuenta de que me he fijado en sus miradas, y suspiro. ''Genial, ahora te guardan secretos. ¿De verdad son de confianza? Tal vez deberíamos marcharnos.'' Dice Ella de forma brusca. Es lo único que tenemos de apoyo. Le contesto en forma de pensamiento.
Junto mis dos manos en mi regazo, en forma de puños y hago crujir mis nudillos, provocando que Alan me mire, en forma de reproche. Aburrido, miro por la ventanilla y me sorprendo: campo. ¿Donde demonios estamos?
––Oye, no me toméis por un preguntón, pero... ¿se puede saber donde se supone que estamos?––pregunta mi inquietud y desorientación, sin que pueda controlarlo.
––En la ciudad van a volver a encontrarte si o si, por eso nos trasladamos a una pequeña aldea Gallega.
¿Que? ¿Galicia? ¿Y sin consultarme? Suspiro incomodo y miro al suelo del coche. ''Estabas mejor solo.'' Aprecia Ella y, sin dudarlo, le doy la razón. Tal vez ellos me eran de ayuda, pero Madrid era la única ciudad que me conocía a la perfección, era mi territorio, era mi hogar. Podría memorizar cualquier plano en una milésima de segundo, pero no sería igual. No tendría ese olor a ciudad, no vería mis recuerdos plasmados en las calles: cuando mis padres estaban vivos, mi ex colegio, mis antiguos compañeros, la primera vez que leí una mente, cuando me escape de casa, la primera vez que me cogieron y torturaron. Madrid era el lugar donde había vivido toda mi vida, el lugar del que había aprendido a sobrevivir, el lugar en el que ya casi me conocía las caras de todas las personas que vivían en ella. Al dejarla atrás, siento que una parte de mi se perdía en el pasado: me siento vacío.
––¿Te pasa algo, Dayan?––pregunta Merily; parece preocupada.
––Que no me parece bien.
––¿El que?––contesta Alan al instante.
––Que me alejéis del único lugar que aprecio.
Ambos miran al suelo, pensativos y después se dirigen un par de miradas. Parecían extrañados. El chico de la mente perfecta no quería alejarse de una ciudad contaminada que le acercaba mas su muerte con cada respiro.
––No se porque te gusta Madrid. Aquí te adaptaras bien, no te preocupes, estarás bien––me intenta consolar Alan, de forma fallida.
––No, no lo estaré, no lo comprendéis.
––¿El que no comprendemos?
¿Que el que no comprendéis? Pienso, un poco enfurecido. Nada, vosotros no entendéis nada. No sabéis lo que es ser yo, no sabéis lo que es vivir mi vida y jamás la viviréis. Ni siquiera se que pintáis ayudándome pues, en realidad, estoy solo. Suspiro, agobiado. ''Nadie te comprenderá jamás.'' Me desanima Ella, provocándome ganas de llorar.

lunes, 31 de octubre de 2011

Capitulo 5


Una semana después.
  Me remuevo bajo las sabanas al oír a alguien llamar a la puerta del hotel rustico en el que me hallo. Me incorporo, quitándome las legañas de los ojos, y miro hacia la puerta. ¿Quien será? Me levanto a trompicones, completamente somnoliento y enciendo la luz de la habitación. Miro la hora y suspiro. Las 5:19 de la mañana. ''Alerta, Dayan, no abras, no sabes quien es.'' Dice Ella, asustándome. Ignoro su recomendación sobeprotectora y voy hacia el lugar en el que resuenan los golpes de un puño fuerte y robusto, sobre la frágil y cálida madera.
  ––¿Si?––contesto con una voz mas aguda que la mía.
  No hay respuesta. Me rasco la cabeza y doy media vuelta, en dirección a la cama. Cuando estoy a punto de echarme, los golpes vuelven a oírse, esta vez mas fuerte, resonando en mi cabeza. ''Dayan, huye.'' Dice Ella, pareciendo asustada. No finjas, se que no puedes asustarte. Le contesto, bastante molesto.
  ––¿Quien es?––pregunto, bastante incomodo por la situación; el corazón me latía a velocidades anormales.
  Otra vez vuelve a no haber respuesta. Me giro hacia la ventana y suspiro. Algún bromista. Intento tranquilizarme. ''Ten cuidado, es peligroso.'' Dice Ella, asustándome aún más. Toc, toc, toc. Vuelven a resonar los golpes en mi cabeza. El corazón esta a punto de salirse de mi pecho, mi respiración es entrecortada; me siento agobiado, asustado. Agarro con fuerza una botella de cristal y me dirijo hacia la puerta. El pomo empieza a moverse: alguien intentaba abrirla. Suelto la botella del susto y esta se rompe, bajo el agrio sonido de los cientos de cristalitos rotos desperdigándose; dejan de intentar abrir la puerta. Me alejo de esta con velocidad, cojo la mochila y abro la ventana, justo cuando salto al exterior oigo como la puerta se rompe en mil pedazos. Caigo al suelo y ruedo, pero me quedo unos instantes en el suelo, magullado por el golpe. Me levanto y me observo. Tengo el pantalón roto y la rodilla sangrando, la camiseta desgarrada y los brazos y abdomen llenos de raspones. Mañana tendría moratones. Miro a la ventana y observo como Alan se asoma.
  ––¡Dayan!––grita con su asqueroso acento ingles––¿¡Adónde vas!?––parecía confuso, dolido.
  Empiezo a correr por el jardín del hotel, ignorando el dolor y sus gritos, en busca de la salida, pero esta todo muy oscuro. Lo único que ilumina mi camino son unas pocas farolas y algunas luces de las habitaciones encendidas y, de vez en cuando, algún coche que pasa por el otro lado de la verja. Alcanzo la entrada del hotel y sigo cojeando en dirección contraria a la puerta. Salgo del recinto y empiezo a correr por la carretera, sin saber bien hacia donde. ''Huye, ellos también son tus enemigos.'' Me señala Ella. Dudo unos instantes si seguir o parar, pero la presión me hace seguir corriendo, en dirección al noreste.
  ––¡Dayan, vuele!––oigo gritar a Merily a mis espaldas.
  Agito con fuerza la cabeza, completamente confuso, pero sigo alejándome, más y más. Al cabo de quince minutos llego a la playa. Me aseguro de que no me hayan seguido y me tiro en la arena, exhausto. Me relajo durante varios minutos, intentando calmar mi corazón y recuperar una respiración normal. Cuando lo consigo, me siento y me miro atentamente.
  ––Parece que me han dado una paliza––digo tras un suspiro.
  Cierro los ojos y me tranquilizo, bajo el dulce son del sonido de las olas al romper en la orilla. Me levanto y me quito la ropa, me meto un poco en el agua y me limpio las heridas, aguantando el dolor de la cicatrización. Salgo al cabo de un rato y saco ropa en buen estado de la mochila. Me visto con velocidad y vuelvo a sentarme en la arena, esta vez de rodillas. Miro a la luna, grande, llena y rojiza.
  ––¿Por qué?––pregunto al aire, con lágrimas en los ojos.
  ''Has hecho bien.'' Me intenta tranquilizar Ella ''Sabías que te querían utilizar para algo, no tienes que fiarte de nadie. A demás, estamos mejor solos tú y yo.'' Me recuerda de forma dulce, como si fuese mi madre.


  ––Lo se, pero no me gusta––aclaro, abrazando mi mochila y tumbándome encogido y de costado en la arena––no me gusta estar solo. No me gusta no tener a nadie. Estoy harto de huir siempre, de no tener motivos para sonreír. Me creí solo hasta que les encontré, creí que eran mis amigos.
  ''Has leído al igual que yo sus pensamientos, no eran buenos, no eran amables, no eran divertidos. Eran terroríficos y crueles.'' Y tenía razón, lo que había escuchado al abrir la puerta de la habitación de Alan no había sido nada agradable. Poblaría mis pesadillas durante el resto de mi vida:
  ––debemos terminar con esto––había dicho Alan, sin darse cuenta de que yo estaba en la puerta.
  ––Aún es demasiado pronto––Le había contestado Merily, mirando por la ventana.
  ––No nos queda otra opción, hay que acabar ya. Nos están metiendo prisa. ¡Me han amenazado!––parecía inquieto. Andaba de un lado a otro del balcón, haciendo caso omiso a mi presencia.
  ––Pero todavía es pronto, falta confianza. Necesitamos tres o cuatro semanas más––Merily estaba nerviosa, no dejaba de juguetear con su cadena de oro.
  ––No, debe ser esta noche, mientras duerma.
  En ese momento fue cuando agudizó mi curiosidad y me dio por leer sus mentes. Había sido horrible.
  Me acurruco aún mas en la arena y comienzo a tiritar al recordarlo: hay que dormirlo, entonces lo llevaremos con ellos. Allí le meterán en la cámara de extracción, le sacarán su cerebro, le extraerán el corazón y lo tiraran al mar. Si alguien lo encuentra no habrá pruebas. Pensaba Alan, de forma descabellada. En ese momento me habían entrado arcadas y había mirado a Merily. Debe morir. Es inhumano. ¿Como puede existir alguien así? Aunque sea útil, su don me da miedo. Nadie tiene derecho a leer las mentes de los demás, a copiarlas, a manipularlas a su antojo; es un monstruo. Era lo que pensaba Merily. Sin hacer ruido, había salido de la habitación, completamente pálido, y había andado hasta la mía. Después me había dormido, hasta que los golpes me despertaron.
  Me giro y miro al cielo, tragándome las lágrimas que han comenzado a aflorar por mis ojos con solo recordarlo. Las estrellas son preciosas en este momento. Pienso, intentando distraerme, pero es imposible. Un solo pensamiento recorre mi mente, martirizando cada segundo de mi pobre existencia. Es un monstruo. Había aclarado Merily en su mente.
  ––No soy un monstruo––le susurro a la fría y tenue noche.
''Me temo que si, al menos para los humanos.'' Me desmoraliza Ella al instante. Una nueva oleada de lágrimas caen por mis mejillas, haciendo que tiemble más.
  ––Pero yo no he elegido serlo––titubeo, resignado.
  Jamás se me había ocurrido la simple idea de estar verdaderamente solo, de ser considerado un monstruo, de que si la gente conociese mi don, huirían de mi como huyen las serpientes del fuego. Jamás había pensado que a alguien pudiese asustarle un joven de dieciséis años, alegre, divertido y solitario. ''Si, tienes solo dieciséis años, pero eres un peligro público.'' Me martiriza Ella con fuerza.
  ––Pero, para los animales, no soy un peligro––aclaro, pensativo––a ellos les entiendo. Puedo comunicarme con ellos.
  ''Pero también les manipulas. No lo intentes remediar, sabes que no puedes evitar hacerlo. No es tu culpa leerles como un libro, no es tu culpa que sea una tentación controlarles. Solo eres superior a ellos, no sabes cuanto, joven amigo. Recuerda siempre; solo estamos tu y yo.'' Me quedo unos segundos en silencio y frunzo el ceño.
  ––No, mi culpa no es, pero la tuya si––le acuso sin piedad––por tu culpa leo mentes, por tu culpa les manipulo, estúpida mente. Por ti soy un monstruo. y no estamos solos tu y yo, solo estoy yo, pues tu eres parte de mi.
  Me resulto extraño que Ella no me contestase, pero estaba demasiado cansado para pensar más. Me quedé dormido en la arena, tras pasarme una hora más llorando.

sábado, 29 de octubre de 2011

Capitulo 6: Ellos.


Al día siguiente.
  Abro los ojos, confuso, y miro a mi alrededor. Me encuentro en la playa en la que me había dormido el día anterior. Me levanto, desorientado y miro al mar. Una extraña sensación de familiaridad me recorre. ¿He estado yo aquí alguna vez? Pienso, bastante intrigado. ''No.'' Contesta Ella de manera simple, dolorosa y cortante. Me quedo un segundo en silencio y comprendo el porque está así. Tal vez me había pasado la noche anterior.
  ––Lo siento––aclaro, mientras jugueteo con el cinturón de mi pantalón––anoche estaba agotado, enfadado––mi voz es un leve susurro que indica las ganas de llorar que tengo.
  ''Olvídalo. No llores, no demuestres debilidad.'' Me trago las lágrimas, sin dejarlas salir y recojo mi mochila. Mientras pienso a donde dirigirme, pues ni siquiera se realmente donde estoy.
  ––¿Es hora de cambiar de estilo de vida?
  ''Tú solo huye, ve a donde tu instinto te guíe, no te aferres a nada,no pienses en nada, solo vive.'' Sonríe Ella, resolviendo todas mis dudas.
  Salgo de la playa y sacudo mis zapatillas, me las vuelvo a poner y comienzo a andar por aquella vieja y destrozada carretera, muy poco transitada. Camino sin destino previo, yendo allá donde me lleve mi instinto, donde me lleven los susurros del viento, donde me lleve el camino. Puedo traspasar la frontera e ir a Francia. Pienso, imaginándome la Tour Eiffel. O puedo ir a Italia a ver la torre de pizza, o a Estados unidos en barco. ¿Será de verdad tan grande la estatua de la libertad?
  Cuando me doy cuenta ya esta anocheciendo y, aparentemente, no hay ningún lugar a la vista. Me desvío de la carretera y me meto por campo a través, en busca de alguna aldea en la que descansar. Doy con un pequeño poblado, donde me dejan pasar la noche sin la necesidad del control mental. ''que amables.'' Piensa Ella, sorprendida.
  Al día siguiente, la mujer de la familia que me ha acogido durante una noche, me indica por donde se va a Frania, y es tan amable de dejarme en la carretera que lleva a la frontera. Me despido de ella con amabilidad y comienzo mi camino. Ando hasta llegar a la primera gasolinera, dos horas después, y me paro a coger un bocadillo. Elijo uno de tortilla y uno de jamón york y queso, a demás de una bolsa de chocolatinas y una coca-cola. ''Déjame ir sin pagar'' Susurro en su mente, y el dependiente no opone resistencia. Empiezo a comerme el bocadillo de tortilla y sigo andando por la carretera, sin descansar; la verdad es que no estaba acostumbrado a andar tanta distancia.
  Cuando comienza a anochecer me paro y saco un chaleco reflectante que había cogido en la gasolinera, extiendo el brazo y me pongo a hacer autoestop. Con mi ''gran poder de persuasión'' consigo que el primer coche que pasa pare.
  ––Hola ¿sería tan amable de llevarme a la frontera con Francia, por favor?
  ––Claro, sube.––No había costado demasiado convencerle.
  Me subo en el asiento del copiloto y cierro la puerta. Vuelve a poner el coche en marcha y sonríe. Al cabo de siete horas y treinta y siete minutos llegamos a la frontera, donde el hombre para el coche y me deja.
  ––Muchas gracias, muy amable––le sonrío.
  ––No hay porque darlas, me pillaba de camino––sonríe el también, con sus joviales ojos verdes de chaval de veintitrés años y se va. 
   Cuando el coche ha desaparecido en la oscuridad de la noche, me coloco la mochila y comienzo a andar. De pronto todos mis sentidos se enciende, oigo un ruido a mi espalda, me giro con velocidad y noto como alguien me tapa la boca con un paño húmedo. ''Cloroformo.'' Aclara Elle, de forma inservible. Intento deshacerme de mi captor, golpeando su vientre con el codo. Este se agacha, dolido y hecho a correr, pero caigo en los brazos de otra persona. Observo con la mirada a los dos: son un hombre y una mujer, de unos treinta y tres y veintisiete años respectivamente. Voy a volver a intentar zafarme, pero vuelvo a notar el paño húmedo y caigo dormido.



Cuatro días después.

  Noche fría, oscura; la soledad me inunda. Miro a mi al rededor. Todo esta muy oscuro para poder identificar nada. Me intento mover, pero mis brazos están atados con una cuerda a una silla. Intento gritar, pero mi voz esta demasiado asustada como para salir. ''¿Que ha sucedido? ¿Donde estoy?'' Pienso, mientras intento agudizar mi sentido auditivo. Nada, todo esta en silencio. ''¿Como he llegado hasta aquí?'' Intento deshacerme de las cuerdas que presionan mis muñecas, pero siento un dolor agudo en estas y paro. Noto como la sangre cae por mis manos: me había quemado. Intento mover las piernas y, justo cuando iba a conseguir moverme, un dolor punzante agranda en mis costillas. ''Genial, tengo las costillas rotas'' Me sorprende la voz de mis pensamientos en el interior de mi mente. El instinto me dice que huya, que escape, pero, ¿como? No puedo moverme. Vuelvo a intentar emitir algún sonido, pero me calló al oír una puerta abrirse.
  ––Vaya, pero si ya estas despierto.––Una voz grave, que inspira de todo menos confianza y tranquilidad. El hombre del que procede tiene la garganta dañada, probablemente está medio afónico, lo puedo notar, estudiar medicina a veces viene bien. Cuando escape, tendré un dato mas con el que describir a mi captor.
Huelo el miedo en el ambiente; me teme. ''Es normal.'' Pienso. ''Si consigo moverme podré terminar con su vida con solo mirarle.''
  ––No podrás mirarme, tienes los ojos cosidos, no me das miedo, no puedes conmigo, tu boca esta igual––titubea, al comprender que es lo que pasaba por mi cabeza.
 Sonrío. Me está subestimando demasiado. Muevo el cuello haciéndolo crujir y sonrío por dentro. Él tiembla con el sonido y se acerca un poco mas, permitiéndome oler su colonia. Es fuerte, demasiado, es hasta dañina. Oigo como suspira y me remuevo en mi asiento: Solo necesito que hable más, para que las ondas del sonido al rebotar contra las paredes y volver a él, me digan como es su cara, su cuerpo, su altura, sus rasgos. Entonces estará muerto, le visualizaré en mi mente y le obligaré a desatarme, después apagaré su cerebro cómo si fuese una vela a mi merced.
 Esbozo un pequeña risa, buscando provocarle; cuanto mas grite mejor.
  ––¿Te ríes?––dice titubeando, parecía confuso––¿¡Te ríes en un momento así!? ¿¡Estando atrapado y con la boca y ojos cosidos!?––hablan sus nervios, más que él. Esta más asustado de lo que pensaba. ¿No eran capaces ni de enviar a un hombre entrenado?
 Sonrío satisfecho y analizo las ondas del sonido. Es un hombre de un meto ochenta y siete, pelo corto, probablemente rubio, ojos pequeños azules; seguramente un hombre asiático. Es fuerte, atlético, persistente, suda mucho y muy nervioso. Visualizo su figura y características en mi mente e inicio la unión mental. Noto como el sudor baja por su frente, mientras su corazón se acelera al sentirme. Se aleja con cuidado y mira a todos lados, confuso.
  ––¿Qué?––suelta en un leve susurro, al comprender la situación, que desaparece entre el dulce silencio que anuncia la llegada de la muerte. Muevo las muñecas y las heridas sangran más. Cuanto más me duele más fuerza mental tengo y, al cabo de unos segundos, su mente es parte de la mía. Solo una orden: ''Desátame.'' Siento como sus frías manos sudorosas rozan las mías, siento como la presión de las cuerdas desaparece y me levanto con cuidado, dirigiéndome a donde esta él. Pongo una mano en su hombro, que esta sudado por la presión y los nervios, y absorbo sus conocimientos; al instante tengo visualizado todo el recinto. ''Muere.'' Se oye la suave y melódica voz de mi pensamiento en su mente, de forma catastrófica para sus sentidos. Su corazón se para al instante y su mente se desvanece ante un enrome lago negro de insensibilidad; sus pulmones se paran y se secan, hundiéndolo en un mar de dolor y sufrimiento. Tose, intentando sobrevivir, pero todo él se paraliza. Sus ganas de vivir se desvanece, se rinde con rapidez y su cuerpo cae al suelo, con un sonido sordo. Segundos después el silencio vuelve a reinar, mientras mi sonrisa pícara aparece, fruto de la satisfacción. Me dirijo sin problemas hacia la puerta, molesto por el hecho de tener los ojos y la boca cosidos. La abro con gran facilidad y salgo al exterior, provocando que la oscuridad se vuelva una mezcla de colores cálidos y amarillentos. ¿Donde se supone que estoy?

viernes, 28 de octubre de 2011

Capitulo 7



  Ando un par de pasos y me paro a escuchar. ¿Donde estoy? Pregunto, confuso. ''París.'' Contesta Ella, completamente aturdida: entonces recuerdo lo sucedido. Ese fuerte e hipnotizador olor a cloroformo; el hombre de treinta y tres años y la mujer de veintisiete, en aquella oscuridad, obligándome a dormir. Después solo recuerdo haber despertado en esa sala, con la boca y los ojos cosidos.
Alzo las manos, cómo los ciegos, y empiezo a andar, recordando los planos del lugar. Consigo llegar a la salida sin problemas, pues no parece haber agentes de seguridad. Abro la puerta y salgo al exterior. La luz amarillenta se convierte en una tenue luz blanquecina, fría y tranquilizadora.
  Intento soltar una exclamación, pero los hilos de la boca me lo impiden. Las heridas de la zona cosida comienzan a sangrar, doliéndome cómo si mil agujas me atravesaran los labios. Intento abrir los ojos por la sorpresa, pero estos también comienzan a sangrar. Agacho la cabeza y echo a correr, pero me estrello contra alguien. El hombre emite un pequeño grito tras el golpe, y siento cómo su sombra se aleja.
  ––Dios mío––susurra, atónito.
  Agarro con fuerza su camisa e intento hablar para pedir ayuda, pero sale corriendo despavorido. Continuo andando, palpando y apartando a la gente con las manos. Oigo susurros, gritos, pasos, exclamaciones ahogadas; la gente se asusta de mi, otros sienten lastima. ¿Cómo salimos de aquí? Le pregunto a Ella, dolido. ''No lo se, no conozco París.'' Me contesta, hundiéndome más en la desesperación. No comprendo porque no volví a Madrid, soy un idiota. Aclaro mentalmente.
  Sigo andando por algunas callejuelas, estrechas, por la cercanía de las dos paredes, hasta que me choco con un muro. Me dejo caer al suelo, agotado, y me acurruco en una esquina. Mi cuerpo empieza a convulsionarse por el frío, y entonces caigo en la cuenta: no llevo camiseta. Acaricio mi torso desnudo y siento unas gruesas heridas bajo las yemas de los dedos. Siento el cálido flujo de la sangre, saliendo por las brechas de mi piel de forma casi placentera. Me llevo las manos al pelo y entro en un estado de shock. El ruido de los coches se transforma rápidamente en un tenue susurro de voces que me incitan al suicido. ¿Que sucede? ¿No debería estar desangrándome? No siento dolor ni mareo. ''No puedes morir.'' Contesta Ella al instante. Ignorándola, me dejo llevar por las voces y caigo en un dulce sueño de imágenes. ¿Podré volver a ver y hablar? Es lo último que se pasa por mi mente.
***
Al día siguiente.
  Abro los ojos y siento cómo unas suaves y frías manos acarician mi torso, con dulzura. Noto las punzadas de la aguja ardiendo, atravesando las heridas de mi cuerpo para curarlas. Siento un escozor al caer el alcohol sobre mi blanca piel. Intento gritar de dolor, pero sucede lo mismo que la vez anterior: sangre, dolor.
Una voz familiar emite un grito y acerca un trapo seco a mis labios, tapando las heridas. Agarro su brazo con mi mano derecha y reconozco el tacto.
  ––No te asustes––dice Merily, en un tono asustado––no voy a hacerte daño.
  Dejo que la aguja y el hilo cosan mis heridas, bajo sus susurros tranquilizadores. Alguien abre la puerta y una irritante voz de acento ingles baña mis oídos.
  ––¿Qué tal vas por aquí?––Pregunta Alan, con miedo.
  ––Bien, te explico luego. Está despierto.
  La puerta vuelve a cerrarse y la habitación cae en un silencio, interrumpido cada segundo por el Tic tac de un reloj. ¿Más secretos? ¿Me siguen guardando más secretos? Pienso, al analizar las palabras de Merily. ''Ya sabes que no son de fiar, en cuanto puedas, huye.'' Me contesta Ella, y le doy la razón.
  ––Voy a cortar los hilos de tus ojos y tu boca––titubea, dudosa––no te muevas ¿vale?



  Me quedo completamente quiero y noto cómo unas tijeras rompen la presión de los hilos. Intento abrir los ojos, pero todo sigue oscuro.
  ––¿Qué tal estas?––pregunta ella––¿Ves algo? ¿Puedes hablar?
  Abro la boca, de forma temblorosa, y comienzo a pensar que contestar. Vamos, no se te puede haber olvidado hablar. Le reprocho a mi cerebro, que esta aún dormido en el estado de shock. Intento articular las palabras, pero mis cuerdas vocales dudan.
  ––oscuro––consigo soltar, aclarando que es lo que veo.
  ––¿No ves nada? Tienes los ojos abiertos, pero––duda el que decir––no son verdes. Son negros.
  Me quedo mas desolado y confuso tras sus palabras. ¿Que tengo los ojos abiertos? ¡Pero si no veo nada! ¿Cómo van a ser negro? Mis ojos son verdes. Le reprocho, de forma mental pues no se si atreverme a decirlo. ''Dayan.'' Susurra Ella. Cállate. Le obligo, completamente enfadado.
  Intento levantarme, peor el miedo se apodera de mi y caigo al suelo, golpeándome en la cabeza con la cama en la que estaba antes tumbado.
  ––¡Dayan!––dice ella, recogiéndome del suelo y volviendo a tumbarme––¿Estas bien? No seas tonto, no te muevas, estas agotado. No se ni cómo no te has desangrado––parecía no comprender nada, por su constante tartamudeo.
  ––Odio––intento expresarme, pero me resulta difícil––os odio––consigo decir, en un susurro imposible de entender.
  ––¿Que dices? No te entiendo
  ––¡Vete!––consigo gritar, furioso.
  ––Pero...––intenta hacerme entrar en razón.
  Niego con la cabeza, completamente furioso. ¿Por que? ¿Por que a mi? ¿Que he hecho yo para merecer esta vida?
  ––Largo––susurro––¡Largo!––consigo gritar, haciendo que se levante y salga de la sala a gran velocidad.
  Me acurruco en la cama, en posición fetal, y doy rienda suelta a mis sentimientos. Lloro de manera desconsolada, con un sentimiento de soledad mas agudo que nunca. ¿Nunca más podré ver? Pienso, agotado. Ya no podré dedicarme a analizar a la gente. Mis pensamientos son apenas un leve susurro en el silencio de la sala. Fuerzo los ojos, intentando ver, pero todo sigue completamente oscuro. ¿Cómo lo han hecho? Han anulado mis sentidos, no puedo hacer nada. Estaba completamente lleno de rabia. ''Sin vista no puedes controlarle. Es difícil distinguir a tus perseguidores en lugares llenos de gente, lo es aún más si no ves.'' Me explica Ella, intentándome hacer entender porque lo habían hecho. ¡Ya lo se! Le chillo, frustrado. No debería haber huido. Debería haberme quedado con Alan y Merily, al menos ellos no intentaban anularme. Noto cómo Ella quiere reprocharme algo, pero por primera vez en la vida, se queda callada. ''Pasara pronto. Volverás a ver.'' Dice de forma tranquilizadora. Era la primera vez que intentaba hacerme sentir mejor, y aunque en esos momentos fuese algo difícil de conseguir, me sentía un poco mejor tras sus ''palabras''.
Me quedo dormido tras los leves susurros de delirio de mi cerebro, que salen sin poder controlarlos; bajo el frío manto de unos ojos húmedos, completamente inservibles. Bajo unos sentimientos de impotencia y una sensación de vulnerabilidad dolorosa.