viernes, 28 de octubre de 2011

Capitulo 7



  Ando un par de pasos y me paro a escuchar. ¿Donde estoy? Pregunto, confuso. ''París.'' Contesta Ella, completamente aturdida: entonces recuerdo lo sucedido. Ese fuerte e hipnotizador olor a cloroformo; el hombre de treinta y tres años y la mujer de veintisiete, en aquella oscuridad, obligándome a dormir. Después solo recuerdo haber despertado en esa sala, con la boca y los ojos cosidos.
Alzo las manos, cómo los ciegos, y empiezo a andar, recordando los planos del lugar. Consigo llegar a la salida sin problemas, pues no parece haber agentes de seguridad. Abro la puerta y salgo al exterior. La luz amarillenta se convierte en una tenue luz blanquecina, fría y tranquilizadora.
  Intento soltar una exclamación, pero los hilos de la boca me lo impiden. Las heridas de la zona cosida comienzan a sangrar, doliéndome cómo si mil agujas me atravesaran los labios. Intento abrir los ojos por la sorpresa, pero estos también comienzan a sangrar. Agacho la cabeza y echo a correr, pero me estrello contra alguien. El hombre emite un pequeño grito tras el golpe, y siento cómo su sombra se aleja.
  ––Dios mío––susurra, atónito.
  Agarro con fuerza su camisa e intento hablar para pedir ayuda, pero sale corriendo despavorido. Continuo andando, palpando y apartando a la gente con las manos. Oigo susurros, gritos, pasos, exclamaciones ahogadas; la gente se asusta de mi, otros sienten lastima. ¿Cómo salimos de aquí? Le pregunto a Ella, dolido. ''No lo se, no conozco París.'' Me contesta, hundiéndome más en la desesperación. No comprendo porque no volví a Madrid, soy un idiota. Aclaro mentalmente.
  Sigo andando por algunas callejuelas, estrechas, por la cercanía de las dos paredes, hasta que me choco con un muro. Me dejo caer al suelo, agotado, y me acurruco en una esquina. Mi cuerpo empieza a convulsionarse por el frío, y entonces caigo en la cuenta: no llevo camiseta. Acaricio mi torso desnudo y siento unas gruesas heridas bajo las yemas de los dedos. Siento el cálido flujo de la sangre, saliendo por las brechas de mi piel de forma casi placentera. Me llevo las manos al pelo y entro en un estado de shock. El ruido de los coches se transforma rápidamente en un tenue susurro de voces que me incitan al suicido. ¿Que sucede? ¿No debería estar desangrándome? No siento dolor ni mareo. ''No puedes morir.'' Contesta Ella al instante. Ignorándola, me dejo llevar por las voces y caigo en un dulce sueño de imágenes. ¿Podré volver a ver y hablar? Es lo último que se pasa por mi mente.
***
Al día siguiente.
  Abro los ojos y siento cómo unas suaves y frías manos acarician mi torso, con dulzura. Noto las punzadas de la aguja ardiendo, atravesando las heridas de mi cuerpo para curarlas. Siento un escozor al caer el alcohol sobre mi blanca piel. Intento gritar de dolor, pero sucede lo mismo que la vez anterior: sangre, dolor.
Una voz familiar emite un grito y acerca un trapo seco a mis labios, tapando las heridas. Agarro su brazo con mi mano derecha y reconozco el tacto.
  ––No te asustes––dice Merily, en un tono asustado––no voy a hacerte daño.
  Dejo que la aguja y el hilo cosan mis heridas, bajo sus susurros tranquilizadores. Alguien abre la puerta y una irritante voz de acento ingles baña mis oídos.
  ––¿Qué tal vas por aquí?––Pregunta Alan, con miedo.
  ––Bien, te explico luego. Está despierto.
  La puerta vuelve a cerrarse y la habitación cae en un silencio, interrumpido cada segundo por el Tic tac de un reloj. ¿Más secretos? ¿Me siguen guardando más secretos? Pienso, al analizar las palabras de Merily. ''Ya sabes que no son de fiar, en cuanto puedas, huye.'' Me contesta Ella, y le doy la razón.
  ––Voy a cortar los hilos de tus ojos y tu boca––titubea, dudosa––no te muevas ¿vale?



  Me quedo completamente quiero y noto cómo unas tijeras rompen la presión de los hilos. Intento abrir los ojos, pero todo sigue oscuro.
  ––¿Qué tal estas?––pregunta ella––¿Ves algo? ¿Puedes hablar?
  Abro la boca, de forma temblorosa, y comienzo a pensar que contestar. Vamos, no se te puede haber olvidado hablar. Le reprocho a mi cerebro, que esta aún dormido en el estado de shock. Intento articular las palabras, pero mis cuerdas vocales dudan.
  ––oscuro––consigo soltar, aclarando que es lo que veo.
  ––¿No ves nada? Tienes los ojos abiertos, pero––duda el que decir––no son verdes. Son negros.
  Me quedo mas desolado y confuso tras sus palabras. ¿Que tengo los ojos abiertos? ¡Pero si no veo nada! ¿Cómo van a ser negro? Mis ojos son verdes. Le reprocho, de forma mental pues no se si atreverme a decirlo. ''Dayan.'' Susurra Ella. Cállate. Le obligo, completamente enfadado.
  Intento levantarme, peor el miedo se apodera de mi y caigo al suelo, golpeándome en la cabeza con la cama en la que estaba antes tumbado.
  ––¡Dayan!––dice ella, recogiéndome del suelo y volviendo a tumbarme––¿Estas bien? No seas tonto, no te muevas, estas agotado. No se ni cómo no te has desangrado––parecía no comprender nada, por su constante tartamudeo.
  ––Odio––intento expresarme, pero me resulta difícil––os odio––consigo decir, en un susurro imposible de entender.
  ––¿Que dices? No te entiendo
  ––¡Vete!––consigo gritar, furioso.
  ––Pero...––intenta hacerme entrar en razón.
  Niego con la cabeza, completamente furioso. ¿Por que? ¿Por que a mi? ¿Que he hecho yo para merecer esta vida?
  ––Largo––susurro––¡Largo!––consigo gritar, haciendo que se levante y salga de la sala a gran velocidad.
  Me acurruco en la cama, en posición fetal, y doy rienda suelta a mis sentimientos. Lloro de manera desconsolada, con un sentimiento de soledad mas agudo que nunca. ¿Nunca más podré ver? Pienso, agotado. Ya no podré dedicarme a analizar a la gente. Mis pensamientos son apenas un leve susurro en el silencio de la sala. Fuerzo los ojos, intentando ver, pero todo sigue completamente oscuro. ¿Cómo lo han hecho? Han anulado mis sentidos, no puedo hacer nada. Estaba completamente lleno de rabia. ''Sin vista no puedes controlarle. Es difícil distinguir a tus perseguidores en lugares llenos de gente, lo es aún más si no ves.'' Me explica Ella, intentándome hacer entender porque lo habían hecho. ¡Ya lo se! Le chillo, frustrado. No debería haber huido. Debería haberme quedado con Alan y Merily, al menos ellos no intentaban anularme. Noto cómo Ella quiere reprocharme algo, pero por primera vez en la vida, se queda callada. ''Pasara pronto. Volverás a ver.'' Dice de forma tranquilizadora. Era la primera vez que intentaba hacerme sentir mejor, y aunque en esos momentos fuese algo difícil de conseguir, me sentía un poco mejor tras sus ''palabras''.
Me quedo dormido tras los leves susurros de delirio de mi cerebro, que salen sin poder controlarlos; bajo el frío manto de unos ojos húmedos, completamente inservibles. Bajo unos sentimientos de impotencia y una sensación de vulnerabilidad dolorosa.

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