lunes, 7 de noviembre de 2011

Bad day


 Día triste, gris. Día de dolor. Levantarte con buen humor, con ganas de comerte el mundo, de ser feliz; acostarte con ganas de llorar y no volver a levantarte. Un tren, un solo y único tren, puede estropear tu día. Se retrasa, esta lloviendo a cantaros, ''No pasa nada'', piensas ''El techo de la estación me cubre''. Oh, dulce mente inocente de dieciséis años. Al final llega veinte minutos tarde, subes con tranquilidad y te sientas en el sitio de siempre, con esa chica guapa de sonrisa dulce en frente. La miras, te mira, sonreís y desvía la mirada. ''¿Que puede salir mal? ¡¡Es un día cojonudo!!'', te sonríes, mentalmente. Llegas con esos veinte minutos de retraso a tu destino. Ves como el agua cae a cantaros. ''Que idiota, debí haber cogido el paraguas. Bueno, no pasa nada, ahora vendrá el bus''. Te acercas a la parada y miras las horas. Has perdido el de las 7:51, no hay otro hasta las 8:59, y entonces caes. ''¡No puedo perderme ingles! ¡Puta mierda''. Y con eso empieza todo. Te pones bien la mochila a la espalda y comienzas a correr, en dirección a la Escuela. El agua te cala los huesos, los 4º de temperatura empeoran las cosas. Te cuesta respirar mientras te das más y más prisa en bajar la cuesta; son 40 minutos que tienes que recorrer en 15. ''¿Seré capaz? ¡Tengo que serlo!'', te obligas, mentalmente. Te calas entera, se te encrespa el pelo, te empapas los pies con los charcos.
  Llegas a clase justo cuando la profesora empieza a pasar lista. ''Lo peor ya ha pasado'', te aclaras, inocente. En Ingles todo bien, después en volumen, la profesora te regaña por faltar, acabas el trabajo a prisa, sin un mal resultado. La profesora te corrige una y otra vez y te dice que cambies cosa: solo quieres matarla. Llega el recreo, tu chaqueta, zapatillas, pantalón y camiseta están llenas de arcilla. ''Que asco''. Abres tu mochila y... ¡sorpresa! Solo hay un bocadillo dentro. Se te ha olvidado la coca-cola y los ''huesitos'' para después de gimnasia, y entonces empiezas. ''Que asco de día, por dios''. Tu moral se hunde junto a este simple pensamiento, tu sonrisa desaparece, pero eso no es lo peor. Buscas en tus bolsillos y te acuerdas: te faltan dos euros para volver. Vas pidiendo uno por uno a los miembros de tu clase, histérica, destrozada, odiando el mundo. Te los dejan, con muchísima suerte, siéntete afortunada. En el recreo te empapas más, al bajar a la tienda de chuches porque tu amiga quiere coger algo de comer. Vuelves a la Escuela y toca MAE. Entráis y os sentáis detrás, la profesora te da tu relato de cuatro folios y sonríes. ''Historia muy original'' pone al pie de pagina. ''Venga, no esta tan mal este día''. Pero entonces aparece ella, tu peor enemiga: el dolor de cabeza. Sientes que te va a estallar.
  Vuelves a salir a la calle y bajáis al autobús, os lleva al polideportivo y allí comenzáis la clase de gimnasia. Estas hecha polvo, te sientes derrotada, hundida, humillada: traicionada por tu memoria. Haces la ficha de seguimiento de clase, pues no estas en condición de hacer deporte, y se la entregas a la profesora al acabar la clase. Te subes en el autobús y te deja en la plaza de toros. Te esperan 20 minutos andando hasta la estación, otra vez, bajo lluvia. Llegas allí y pagas con el dinero justo, bebes agua en el baño y te subes al tren. ''Ella me alegrara el día''. Piensas, esperando que esa chica tan guapa esté en el vagón que te subes, pero no esta ahí. Tu PSP se jode, la musica deja de funcionar. Ya estas cansada de luchar. Ese día, te ha vencido la vida. No has podido resistir ni el primero de los golpes y, es que a veces, un tren puede estropear tu día, hagas lo que hagas, por muchas ganas de comerte el mundo que tengas: él esta ahí para joderte todos tus planes.
  Son las 20:20, te has sentado frente al ordenador, como cada tarde, y has escrito. Esta vez no es un capitulo más de tu nueva novela, no es ni un cuento ni un microrrelato. Es un capitulo de tu vida, un día más en tu paso por el mundo y, como casi siempre, por mucho optimismo que hayas puesto, has terminado mal. La vida te ha arrollado, como haría ese tren con el que empezó todo, si pudiese. Te sientes dolida, pesimista, avasallada, marginada, humillada, y sobre todo, con ganas de llorar. Sabes perfectamente que volverás a hacerlo: cogerás las lágrimas y las guardaras con llave en el cajón de los recuerdos, sin dejarlas salir. ¿Por qué? Porque te prometiste no volver a llorar tras la muerte de tu bisabuela, te prometiste continuar tu vida, como ella hizo con la suya, a pesar de las adversidades: te prometiste ser feliz. Te levantaste ante el mundo, después de tantos golpes, y prometiste crear tu destino, y así haces, escribiendo esto. Lo que quieres de verdad no es ser vulcanóloga, dibujante ni nada: tu sueño y pasión es escribir. Por eso lo escribes todo, escribes cualquier cosa que te importa, porque eso te desahoga, te hace feliz, te hace sentir viva. Mañana sabes que te levantarás de nuevo, empezarás de cero, y sacaras tu sonrisa. Hiciste una promesa, no fallaras.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Sortero de ''El temor de un hombre sabio'' en el blog de Alas de papel

Bueno, amigos, pues aquí vengo a deciros que por el aniversario de Alas de papel, se va a realizar un sorteo de tres ejemplares de ''El temor de un hombre sabio'', la segunda parte de la trilogia de El asesino de reyes, de Patrick Rothfuss. Aquí os dejo el link para que participeis si quereis: http://www.alaspapel.com/2011/11/semanas-aniversasticas-v-el-sorteo-de.html ¡Mucha suerte a todos!

Soledad - publicado en Falsaria.com

Bueno, se que esto no tiene nada que ver con la historia, pero quería decíroslo. Hace unos días me registre en la red social literaria www.falsaria.com y envié uno de mis relatos. ''Soledad'' y, bueno, quería deciros que por fin ha sido publicado y podeis leerlo. (Tambien esta en tuenti) http://www.falsaria.com/soledad/ Si teneis cuenta os agradeceria que me siguieseis, así sbareis cuando publico algo nuevo allí. Bueno, muchas gracias por leerme, me voy a escribir el capitulo 6, para que podais disfrutarlo esta tarde de domingo gris.

Un saludo,Yarek.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Ver más allá de la vista, presentación.

Ver más allá de la vista es una historia de fantasía para jóvenes o adultos. La historia narra la vida del joven Dayan, que, desde que nació, es muy distinto a los demás. Es capaz de hablar con los animales y controlarles y, a medida que va siendo mayor, descubre que también puede controlar a los humanos. Poco a poco va descubriendo que, cuanto mas agotado y herido está, más poderosa es su mente y mas peligroso es él. Al principio no lo controla, pero poco a poco va descubriendo como hacerlo, y se dedica a jugar con la mente de todo el mundo, confundiéndoles y ''obligándoles'' a hacer cosas en contra de sus principios. Para el joven todo resulta muy entretenido, pero cuando cumple los 16, descubre algo increíble, que cambiará su vida por completo.

¿Quieres acompañar a Dayan en su vida? ¿Te gustan las historias de fantasía, con emoción, intriga y suspense? ¿Te gustan las historias con pequeños toques de amor, no muy empalagoso? ¿Con personajes enigmáticos, interesantes e inesperados? ¿Con tramas que te absorberán en este mundo? ¡Esta es tu historia!
No falta el que podréis participar, crearé encuestas en las que podréis opinar y de vez en cuando habrá algún concurso. ¡Espero que os guste!

Un saludo, Yarek.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Prólogo


Noche fría, oscura; la soledad me inunda. Miro a mi alrededor, todo esta muy oscuro para poder identificar nada. Me intento mover, pero mis brazos están atados con una cuerda a una silla. Intento gritar, pero mi voz esta demasiado asustada como para salir. ''¿Que ha sucedido? ¿Donde estoy?'' Pienso, mientras intento agudizar mi sentido auditivo. Nada, todo esta en silencio. ''¿Como he llegado hasta aquí?'' Intento deshacerme de las cuerdas que presionan mis muñecas, pero siento un dolor agudo en estas y paro. Noto como la sangre cae por mis manos: me había quemado. Intento mover las piernas y, justo cuando iba a conseguir moverme, un dolor punzante agranda en mis costillas. ''Genial, tengo las costillas rotas'' Me sorprende la voz de mis pensamientos en el interior de mi mente. El instinto me dice que huya, que escape, pero, ¿como? No puedo moverme. Vuelvo a intentar emitir algún sonido, pero me callo al oír una puerta abrirse.
––Vaya, pero si ya estas despierto.––Una voz grave, que inspira de todo menos confianza y tranquilidad. El hombre del que procede tiene la garganta dañada, probablemente está medio afónico, lo puedo notar, estudiar medicina a veces viene bien. Cuando huya tendré un dato mas con el que describir a mi captor.
Olí el miedo en el ambiente; me temía. ''Es normal.'' Pienso. ''Si consigo moverme podré terminar con su vida con solo mirarle.''
––No podrás mirarme, tienes los ojos cosidos, no me das miedo, no puedes conmigo, tu boca esta igual.
Sonreí. Me estaba subestimando demasiado. Muevo el cuello haciéndolo crujir y sonrío por dentro. Solo necesito que hable más, para que las ondas del sonido al rebotar contra las paredes y volver a él, me digan como es su cara, su cuerpo, su altura, sus rasgos. Entonces estará muerto, le visualizaré en mi mente y le obligaré a desatarme, después apagaré su cerebro cómo si fuese una vela a mi merced.
Esbozo un pequeña risa, buscando provocarle; cuanto mas grite mejor.
––¿Te ríes?––dijo titubeando, parecía confuso––¿¡Te ríes en un momento así!? ¿¡Estando atrapado y con la boca y ojos cosidos!?
Sonrío, lo he conseguido. Era un hombre de un metro ochenta y siete, pelo corto, probablemente rubio, ojos pequeños azules, seguramente un hombre asiático. Es fuerte, atlético, persistente, suda mucho y muy nervioso. Visualizo su figura y características en mi mente e inicio la unión mental. Muevo las muñecas, las heridas sangran más. Cuanto mas me duele mas fuerza mental tengo y, al cabo de unos segundos, su mente es parte de la mía. Solo una orden: ''Desátame.'' Siento como sus frías manos rozan las mías, siento como la presión de las cuerdas desaparece. Me levanto con cuidado y me dirijo a donde esta el hombre. Pongo una mano en su hombro y absorbo sus conocimientos; al instante tengo visualizado todo el recinto. ''Muere.'' Su cuerpo cae al suelo, con un sonido sordo, el silencio vuelve a reinar. Me dirijo sin problemas hacia la puerta, la abro con gran facilidad y salgo al exterior.

Capitulo 1: Facultades


 Un mes antes.
  Hola, me llamo Dayan Rebich, tengo quince años y, desde que nací, soy capaz de controlar la mente de los seres vivos. Vivo en el barrio de Vallecas, en Madrid, un lugar idóneo para pasar un buen rato controlando mentes. Desde hace varios meses no voy al instituto, pues el consejo escolar a decidido que no es necesario y, sin dudarlo un segundo, me han dado el titulo de la ESO sin haber pasado aún tercero. ''¿Por que no va a bachillerato?'' Os preguntareis algunos. Bien, pues la respuesta es bastante sencilla: no hay nada en este mundo que un profesor pueda enseñarme. ¿Que por qué? Porque no solo controlo las mentes, si no que las copio. Agarro todos sus conocimientos como si fuesen una galleta y los uno a los mios, sin problemas. Mi mente es como una esponja imposible de escurrir; nada se me olvida nunca.
  Os preguntareis como sigo libre, sin que el gobierno me atrape. Con semejante habilidad en mi poder, la respuesta también es fácil, y supongo que los más avispados la hallareis sin preguntar: si me intentan atrapar, con una orden, les quito las ganas y huyo. Algunos pensareis que con esto podría ser muy útil para algunas investigaciones, como la cura del Alzheimer, y diréis que debería dejarme atrapar, pero es que sus ganas de usarme no se limitan a eso. Quieren usarme como conejillo de indias para cualquier cosa, sin darse cuenta de que, a pesar de lo buena que es mi mente, soy humano y puedo morir como los demás.
Desde que era pequeño, los gobiernos y entidades de todos los países se han dedicado a perseguirme. He pasado por las manos de mucha gente: gobiernos, ejércitos, terroristas, mafias, universidades, ONG. Pero siempre conseguía escaparme y huir casi sin dejar rastro, aunque saben donde encontrarme, pues no pienso dejar de vivir en Vallecas.
  En realidad no tengo casa fija, a mi familia se la cargaron ante mis ojos cuando tenía nueve años, desde entonces soy completamente independiente. La gente me deja dormir en su casa, no pueden oponer resistencia, en cierto modo, me invitan ellos. La verdad es que prefiero esto a quedarme en un sitio completamente fijo. Hace poco aprendí que no puedo tenerle apego a nadie: pondría su vida en peligro.
  ––Deme un Mc pollo con patatas normales y coca-cola grande, por favor––le digo a la dependienta del Mc donalds que me atiende.
  ––Enseguida, señor.––Me sonríe de forma amable y desaparece tras el mostrador.
  Miro a mi al rededor con cautela, en busca de la persona que se que me esta mirando directa y descaradamente. Está sentada en una mesa del fondo, es una joven, de un metro sesenta y siete, pelo largo rojizo, ojos marrones profundos, casi sin arrugas; ''debe tener unos veinticuatro años.'' Pienso de manera casi inconsciente. Es muy delgada, su rostro es bastante hermoso.
  Disimuladamente miro el resto de la sala, pareciendo impaciente, para no dar a conocer el hecho de que se que esta ahí. Vuelvo a mirar al mostrado y analizo meticulosamente al dependiente de la derecha. Camisa beige con el logo de Mc donalds, una gorra roja y vaqueros ajustados. No debe tener mas de diecinueve años, bastante joven; ''probablemente trabaje para pagarse la universidad.'' Señaliza mi mente, bastante aburrida. No se de que color es su pelo, probablemente castaño, es culpa de que lo lleve rapado. Sus ojos son de un verde intenso increíble. Es un joven muy guapo y apuesto; si pudiese cogerle apego a alguien, intentaría ligar.
  ––Su pedido.––Me interrumpe la joven que había ido a por mi hamburguesa––Son 6'99.
  La miro atentamente y sonrío, cojo la hamburguesa, la bebida y las patatas y las guardo en mi mochila, con cuidado de que no se caiga nada.
  ––Muchas gracias––sonrío mientras pienso la orden, simple y sencilla. ''Déjame ir sin pagar''
  ––De nada, que disfrute de su comida.
  Me alejo con cuidado del mostrador y observo como la joven que me observaba se dirige hacia mi, con cierta velocidad. ''Genial, ya viene en mi busca.''
  ––Perdone, ¿es usted Dayan?––dice en un tono dulce.––¿Puede acompañarme?

  ''Debes dejarme ir, quedarte aquí cinco minutos, y volver a casa.'' Sonrío de forma dulce mientras pienso la orden.
  ––Un placer conocerla, pero tengo prisa––digo alejándome de ella y saliendo del recinto de comida rápida.
  Sus intenciones no eran las peores que he visto, pero no me había convencido la causa de porque quería llevarme con ella. ''¿En serio? ¿Para matar al presidente? Es bastante cutre.'' Añade mi mente, con un tono burlón. Sonrío y me dirijo al metro. Sin problema alguno entro sin pagar y me subo al tren en dirección a Atocha; en cinco minutos ya estoy en mi destino. Salgo con movimientos despreocupados, pero siempre alerta, nunca debía bajar la guardia. Salgo a la calle con velocidad y corro hacia el paso de peatones, pulso el botón y espero, al instante, una joven se para a mi lado. Lleva un mp4 morado, con unos cascos de ''Nightmare before christmas'', chaqueta negra ajustada, pantalones anchos grises, zapatillas negras marca ''nike'' y el pelo corto por las orejas, de color verde, con un flequillo negro que le tapa el ojo derecho. Lleva unas gafas de sol, que hacen que no pueda ver el color de sus ojos, pero supongo que son bonitos, como ella. Debe tener unos quince años, y por el peso de su mochila de ''Adidas'', viene del instituto. Notó su mirada y la sonrío, se aparta un poco el flequillo, se quita un casco y me mira directamente.
  ––Hola––dice con una voz dulce, capaz de enamorar a cualquiera.
  ––Hola, me llamo Dayan. ¿Y tú?––Siempre se me ha dado bien conocer gente.
  ––Merily––sonríe.––Me gusta tu pelo.
  ––Y a mi el tuyo, te queda muy bien.
  Se sonroja al instante y mira al suelo. El semáforo se pone en verde y comienza a pitar, fastidiando el momento. Cruzamos juntos y al otro lado de la calle nos paramos y nos miramos. Aparto mi flequillo rojo y vuelvo a sonreír.
  ––¿De donde eres?––me pregunta. Parecía bastante interesada en mi.
  ––De ninguna parte y de todos lados a la vez––sonrío de forma misteriosa––Volveremos a vernos, tranquila, pero di que hablábamos porque se te había caído algo.
  ––¿Que?––pregunta mientras me alejo a buena velocidad en dirección al parque del Retiro.
  Al instante un hombre vestido de traje se para a hablar con ella. Observo con cuidado desde la cuesta, esperando que ella sea lo suficientemente lista para decir lo que debe. Pocos segundos después, el hombre sonríe y comienza a andar en dirección hacia mi, me giro y subo lo mas rápido que puedo. Entro en el retiro sin destino concreto, ando durante veinte minutos y me siento en el trozo de césped más cercano, saco la hamburguesa y empiezo a comer. Podría irme a un restaurante, pero casi que tendría que montar un numerito para salir sin que me atrapasen; toda mi vida era como una película sobre un fugitivo, siempre huyendo.
  Me estiro y bostezo tras terminarme la última patata, me termino mi coca-cola y me acerco a la papelera mas cercana para tirar los restos. Me tumbo en la hierba y observo las nubes, relajándome hasta casi caer en un profundo sueño. Agito la cabeza con fuerza, intentando no caerme dormido y me siento. Miro a mi al rededor. Todo es tranquilo, nadie se fija en mi, solo un grupo de chicas sentadas bajo un árbol. Las sonrío con cortesía y miro el camino de tierra. Solo hay gente haciendo futing, esto es increíble. ''Bravo, amigo, les has dado esquinazo, sigue así.'' Me felicita mi mente con gran entusiasmo. ¿De verdad les había dado esquinazo? ¿Así, tan sencillo? ¿Solo con entrar en el parque? Tal vez es que no les a dado tiempo a seguirme, el Retiro es muy grande, aunque yo ya lo conozco de memoria.
  Bajo la mirada hacia mi mochila y la abro, saco un libro de bolsillo, de pasta verde con el título de ''El nombre del viento.'' Lo abro por la pagina ciento setenta y cuatro, señalada por el marca paginas, y me enfrasco en esa maravillosa lectura: ya era la novena vez que me lo leía. Después de un rato mis sentidos vuelven a encenderse, aparto la mirada del libro y observo a mi al rededor; ya es de noche. Me levanto de manera rápida y miro a todos lados. ¿Tanto rato he estado leyendo? Guardo el libro en la mochila y vuelvo a ponérmela en la espalda, mientras pienso a donde ir. ''Un paseo no te vendría mal.'' Aprecia mi mente en un leve susurro. Sin quejarme ni un solo instante la hago caso y comienzo a andar por el parque, observando las plantas de los jardines y a las personas que paseaban o corrían por el lugar. Todo estaba tranquilo, demasiado tranquilo. ''Se han cansado por hoy. Deja de martirizarme con tus ideas.'' Me acusa mi mente, bastante enfurecida. Tenía razón, lo más probable es que se hubiesen cansado. Mi reloj marca las nueve de la noche y me dirijo a la entrada, donde vuelvo a ponerme alerta al ver a alguien esperándome. Salgo con cierta velocidad, esquivando al hombre de negro que intenta atraparme y corro en dirección a la boca de metro, pero alguien me espera en las escaleras. Corro calle abajo, con el corazón latiendome a mil, como cada vez que ocurre; siento como el miedo intenta apoderarse de mi y me tiemblan las piernas, pero consigo zafarme de su frío tacto interno. ''Corre, no dejes que te cojan, sus intenciones no son amables.'' Me avisa mi mente, que se a adelantado a mi simple idea de leer sus intenciones. Cruzo un paso de cebra a toda velocidad y sigo corriendo. Me persigue una furgoneta negra. La gente me mira con desprecio cuando les empujo intentando pasar lo más rápido posible, pero se que en el fondo me vienen bien; ellos retendrán a mis perseguidores. Me meto por la siguiente boca de metro y corro hacia el primer tren que veo, sin pararme a pensar la orden que necesito para que los guardias no me persigan. Entro justo antes de que se cierren las puertas y me libro de todo, guardias y perseguidores. Poco a poco siento como la adrenalina disminuye y sonrío al ver la suerte que había tenido: había cogido la linea que pasaba por Vallecas.
  Cuando llego a mi destino salgo con velocidad y me pierdo por la primera calle que veo, giro por las tres primeras esquinas y callejeo un rato, hasta que me canso y llamo a un telefonillo.
  ––¿Quien es?––Pregunta una voz joven y masculina.
  ––Yo.
  Suena el pitido del telefonillo y abro la puerta, subo al cuarto B, en el que hay un joven de unos dieciocho años esperando. ''Déjame entrar, me conoces, soy tu amigo, me vas a dejar pasar, me llamo Carlos.''
  ––¡Anda Carlos! Pasa, hombre pasa. ¿Que tal el día?
  ––Bien, Javier––digo, acertando casi milagrosamente por no haberme parado en su mente a buscar su nombre––¿Y tu día que tal?
  ––Aburrido, aquí en casa estudiando. ¿Has cenado ya?
  ––Si, cené con unos amigos en Sol, en un restaurante chino––miento descaradamente, como siempre.
  Me invita a sentarme en el sofá y accedo, entonces, me molesto en saber más sobre él. ''Que acertado has estado Dayan, es gay, aprovecha.'' Sonríe mi mente, casi al instante. Le observo detenidamente. Un metro ochenta, deportista, no fuma, moreno, ojos casi grises, muy guapo. Le gusta el rock y el pop, adora a Lady Gaga y su programa de televisión favorito es El hormiguero. Un joven casi perfecto, leal y sincero. Me acerco con cautela tras saber que le atraigo y beso sus labios, de manera descarada. Él me sigue el beso sin oponer resistencia, agradado por mi acción. Hoy tendría un buen y cómodo sitio donde dormir.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Capitulo 2: Amigos


Una semana después
  Abro la puerta con sigilo y salgo de la casa lo más rápido que puedo, cerrando con cuidado. Bajo las escaleras y me dirijo al metro, en dirección a Atocha, evitando recordar lo sucedido el día anterior, pero me es imposible. Unos hombres vestidos de calle habían intentado atraparme en Chamartin, cuando me disponía a visitar a Merily, la chica del paso de cebra. Por instinto y de manera automática había leído sus intenciones, y ahí fue cuando me llevé la sorpresa: nada. Exacto, os preguntaréis, ¿como que nada? Pues eso, que nada. No había nada en sus mentes. No se si fue por el miedo que sentía, que a veces anula mis sentidos, o porque de vez en cuando no puedo controlarlo, pero no conseguí leer nada. Al principio me sentí bastante confuso, la sensación de miedo se aprovechó de la situación y caí al suelo, rendido por la impotencia. Ellos me habían atrapado y me habían metido en una furgoneta negra, en la que había un hombre completamente encapuchado.
  ''Quiero contratar tus servicios.'' Había dicho con una voz distorsionada por alguna maquina. ''Debes infiltrarte en las oficinas del ejercito nacional, entrar al despacho del director y esperar a que llegue. Entonces, robaras de su mente todos los planos de todas las instalaciones militares españolas, las contraseñas de seguridad y le obligarás a dejarnos paso. Después nosotros te buscaremos, no intentes encontrarnos.'' Cuando el hombre terminó de hablar, la furgoneta paró en un descampado y me sacaron a la fuerza. ''Mas vale que obedezcas.'' Fue lo último que me habían dicho.
  Me bajo del metro en Atocha y salgo al exterior, me siento en la entrada y espero, sin saber muy bien el que. Abro la nota que llevo en el bolsillo y suspiro. ''Tenemos que hablar. Ve a Atocha a las 13:05 del 16 de octubre de 2011. Att: Merily.'' Miro el reloj y suspiro. Faltan cinco minutos. ¿Qué quería? Era la única persona que sabía como encontrarme, la única que me conocía. Siempre nos veíamos en los lugares mas transitados posibles, para despistar. Hablábamos por señas que solo nosotros conocíamos. Hace tan solo una semana que nos habíamos conocido, pero gracias a los móviles e internet, era como si fuésemos amigos de toda la vida. Conocía mis lugares de transito, los patrones que seguía para quedarme a dormir en un sitio, los tipos de lugares en los que solía comer y las tiendas que me gustaban. Solo había una cosa que no conocía: mi pasado. Pero eso no lo iba a conocer nunca, pues era eso, pasado y, lo único que importa es el presente.
  El pitido de un coche me saca de mis pensamientos y alzo la mirada. Ahora hay mas gente que antes. ''Tranquilo campeón, debe de haber llegado algún tren.'' Me tranquiliza mi mente. Miro la hora y me levanto, bastante impaciente. Observo a cada persona, una por una, hasta que encuentro lo que busco: a Merily. Esta apoyada en un coche aparcado en el parking, mirando a todos lados de forma desinteresada, hasta que me ve. Me hace una seña y sonríe ''Espera.'' Se acerca a gran paso, sorprendiéndome en todos los sentidos. Se para justo en frente y me dedica su singular, preciosa y amable sonrisa.
  ––Sígueme––Aclara con su dulce voz, similar a como describen las de las sirenas.
  Me encojo de hombros y asiento con la cabeza, haciendo notar mi sentimiento de sorpresa. Comenzamos a andar en dirección a ninguna parte, aparentemente. Primero nos dirigimos a la Gran vía, donde comenzamos a callejear, hasta llegar a una calle sin salida.
  ––¿Merily, que hacemos aquí?
  ––Tengo a alguien que enseñarte––dice con un tono extraño, como si en realidad temiese lo que iba a hacer a continuación.
  ––¿Qué?––digo mientras observo como llama a una puerta medio destrozada.
Pocos instantes después un joven moreno de ojos verdes, vestido con una camiseta de AC/DC y unos pantalones pitillos, abre la puerta. Le observo atentamente, sorprendido. Era ingles, no había dudas.
  ––Pasad, pasad––dijo con su peculiar acento, que me resultaba un tanto familiar.



  Entramos en la vivienda, en la que el primer pasillo estaba medio derruido y mugriento. ''¿A dónde nos ha traído tu amiguita, genio? Esto parece mas bien una pocilga.'' Señala mi mente, un tanto cabreada. Atravesamos el pasillo con cierta velocidad, intentando no respirar aquel aire putrefacto y húmedo, que hacía toser de manera muy desagradable. Pasamos por una puerta de madera de roble, conservada de una manera casi imposible en aquel lugar, y nos adentramos en un enorme salón oscuro, lleno de pantallas, ordenadores y jóvenes trabajando. ''Increíble. Jamás pensé que pudiese existir algo así detrás de semejante pocilga.'' Sonríe mi mente, tan asombrada como yo. Me pongo en el centro de la sala y miro a todos lados, boquiabierto.
  ––¿Qué es esto?––Pregunto mirando a Merily, que se hallaba en la entrada, bastante sonriente.
  ––Es nuestro centro de operaciones de España––Aclara su amigo ingles, en un tono de sabelotodismo.
  Hago una mueca de desagrado ante sus palabras y vuelvo a mirar en todas las direcciones. ¿Centro de operaciones? ¿De qué? ¿Por qué Merily jamás me había hablado de esto? Se suponía que me lo había contado todo. Ella se acerca a mi despacio y sonríe orgullosa.
  ––Desde aquí investigamos a toda la gente que te persigue. ¿Sabes? Los descubrí poco después de conocerte. El hombre que me habló tras nuestra primera conversación es el jefe de todo esto, él me dijo que podía colaborar con ellos.
  ––¿Qué?––digo alejándome de forma rápida––¿Tú también me has utilizado?––Estaba muy ofendido.
  ––No, claro que no––intenta disculparse, sin efecto alguno en mi expresión de decepción––No te he utilizado, aquí intentamos ayudarte. Investigamos a todos los que te persiguen y sus intenciones––Parece confusa.
  Me quedo mirándola unos segundos a los ojos, de manera asombrada. ¿Es que no se da cuenta? Lo que acaba de decir es que ellos también me siguen, me controlan, me hacen sentir amenazado.
  ––Si, pero ¿qué sacáis investigándoles? ¿Para que lo hacéis? ¿No os dais cuenta de que vosotros hacéis lo mismo? Seguirme, hacerme estar alerta cada segundo. No me dejáis tener una vida tranquila.
  ––Tranquilízate––dice el chaval ingles, poniéndose al lado de Merily.
  ––¿Y lo dices tú, que ni siquiera te has presentado?––digo en un tono agresivo. Me sentía muy ofendido.
  ''Tranquilízate, tal vez te puedan ser de ayuda, si sabes como localizar a tus perseguidores, podrás pararles los pies'' Dice mi mente, razonando de forma inteligente y fría; era justamente lo que me faltaba ahora, razonar. Pienso un poco en sus palabras y sonrío por dentro. Tenía razón.
  ––Vale, discúlpame––sonríe, de manera desagradable el joven––Me llamo Alan, y soy el máximo responsable en el centro de investigación de España. Lo único que queremos es ayudarte, no te pongas histérico, por eso te ha traído Merily.
  ––¿Ayudarme en que? ¿Qué quieres decir con ''centro de operaciones''? ¿Y con ''España''? ¿Es que hay más?––digo adoptando una postura y actitud seria y madura, que sorprende a todos los espectadores de la sala.
  ––Si conoces sus intenciones y quienes son podrás pararles, ¿no?
  ––Supongo que si, pero no se si puedo yo solo contra gobiernos, mafias y ejércitos enteros, como comprenderás.
  ––Eso es porque aún no has descubierto todo tu potencial, Dayan. ¿Qué edad tienes?
  ––Hoy cumplo dieciséis––medio murmullo, disgustado. Este día me recuerdaa a mi familia.
  ––Perdón––susurra Merily. Se acerca a mi y me da un beso en la mejilla––Felicidades.
  Sonrío y asiento, como si disculpase el hecho de que se le había olvidado. No la culpaba, es que nunca se lo había dicho.
  ––Bien, pues hoy cambia tu vida tal y como la conoces, te explicaré de que va todo esto––sonríe el muchacho. ''Al fin y al cabo será majo y todo'' añade Ella (llamémosla así a partir de ahora), un poco resignada.