viernes, 4 de noviembre de 2011

Prólogo


Noche fría, oscura; la soledad me inunda. Miro a mi alrededor, todo esta muy oscuro para poder identificar nada. Me intento mover, pero mis brazos están atados con una cuerda a una silla. Intento gritar, pero mi voz esta demasiado asustada como para salir. ''¿Que ha sucedido? ¿Donde estoy?'' Pienso, mientras intento agudizar mi sentido auditivo. Nada, todo esta en silencio. ''¿Como he llegado hasta aquí?'' Intento deshacerme de las cuerdas que presionan mis muñecas, pero siento un dolor agudo en estas y paro. Noto como la sangre cae por mis manos: me había quemado. Intento mover las piernas y, justo cuando iba a conseguir moverme, un dolor punzante agranda en mis costillas. ''Genial, tengo las costillas rotas'' Me sorprende la voz de mis pensamientos en el interior de mi mente. El instinto me dice que huya, que escape, pero, ¿como? No puedo moverme. Vuelvo a intentar emitir algún sonido, pero me callo al oír una puerta abrirse.
––Vaya, pero si ya estas despierto.––Una voz grave, que inspira de todo menos confianza y tranquilidad. El hombre del que procede tiene la garganta dañada, probablemente está medio afónico, lo puedo notar, estudiar medicina a veces viene bien. Cuando huya tendré un dato mas con el que describir a mi captor.
Olí el miedo en el ambiente; me temía. ''Es normal.'' Pienso. ''Si consigo moverme podré terminar con su vida con solo mirarle.''
––No podrás mirarme, tienes los ojos cosidos, no me das miedo, no puedes conmigo, tu boca esta igual.
Sonreí. Me estaba subestimando demasiado. Muevo el cuello haciéndolo crujir y sonrío por dentro. Solo necesito que hable más, para que las ondas del sonido al rebotar contra las paredes y volver a él, me digan como es su cara, su cuerpo, su altura, sus rasgos. Entonces estará muerto, le visualizaré en mi mente y le obligaré a desatarme, después apagaré su cerebro cómo si fuese una vela a mi merced.
Esbozo un pequeña risa, buscando provocarle; cuanto mas grite mejor.
––¿Te ríes?––dijo titubeando, parecía confuso––¿¡Te ríes en un momento así!? ¿¡Estando atrapado y con la boca y ojos cosidos!?
Sonrío, lo he conseguido. Era un hombre de un metro ochenta y siete, pelo corto, probablemente rubio, ojos pequeños azules, seguramente un hombre asiático. Es fuerte, atlético, persistente, suda mucho y muy nervioso. Visualizo su figura y características en mi mente e inicio la unión mental. Muevo las muñecas, las heridas sangran más. Cuanto mas me duele mas fuerza mental tengo y, al cabo de unos segundos, su mente es parte de la mía. Solo una orden: ''Desátame.'' Siento como sus frías manos rozan las mías, siento como la presión de las cuerdas desaparece. Me levanto con cuidado y me dirijo a donde esta el hombre. Pongo una mano en su hombro y absorbo sus conocimientos; al instante tengo visualizado todo el recinto. ''Muere.'' Su cuerpo cae al suelo, con un sonido sordo, el silencio vuelve a reinar. Me dirijo sin problemas hacia la puerta, la abro con gran facilidad y salgo al exterior.

No hay comentarios:

Publicar un comentario